La 4T acaba con mochila segura
La jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, confirmó que por decisión de la Secretaría de Educación Pública (SEP) no operará el programa “Mochila Segura” en el ciclo escolar 2019-2020 de educación básica que inicia este lunes.
Fue decisión de la Secretaría de Educación Pública -no implementar dicho programa-. Lo que estamos haciendo es trabajar para que en todas las escuelas haya presencia policial tanto en la entrada como de salida, expuso.
Hasta el pasado ciclo escolar, El Operativo Mochila Segura era una medida de seguridad que se había adoptado desde la SEP, inicialmente para las escuelas de nivel básico, que se hizo extensiva a las escuelas de nivel medio superior.
El programa funcionaba con previa autorización por escrito de los padres de familia para que maestros del plantel educativo pudieran revisar las mochilas de los alumnos de manera aleatoria. La idea era detectar si había drogas, navajas o incluso armas en las mochilas.
El debate estuvo siempre sobre la mesa. Mientras unos aseguraban que dicho programa violentaba los derechos a la intimidad y la seguridad jurídica de los estudiantes, otros aseguraban que era una manera de brindar seguridad a los alumnos. Incluso algunos detractores al programa demandaron a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) imponer medidas cautelares para suspender su aplicación en todo el país.
Para muchos padres de familia, me incluyo, el programa funcionaba como un método disuasivo para que los menores de edad no introdujeran a la escuela ni drogas ni armas.
La pregunta del millón: ¿Hasta dónde se violan los derechos de los niños por revisarles las mochilas, cuando son menores y se tiene permiso por escrito de los padres de familia? ¿Dónde están los derechos de los estudiantes que buscan un ambiente libre de drogas y violencia?
La situación de seguridad en la Ciudad de México no está como para que los estudiantes puedan introducir lo que quieran en sus mochilas.
Muchas veces no lo hacen porque ellos quieran, sino porque están siendo amenazados por grupos criminales para que distribuyan droga en sus escuelas, y esto pone en riesgo a sus demás compañeros.
El narcomenudeo en la Ciudad de México ha alcanzado niveles históricos. De 2015 a la fecha, el consumo ha aumentado más de 300 por ciento y la venta de droga incrementó casi cinco veces más en la capital que la media nacional.
Grupos del crimen organizado se están peleando la ciudad para vender droga, y cada día buscan nuevos métodos para tener distribuidores y clientes nuevos.
Estos delincuentes han intentado y logrado infiltrarse en algunas escuelas. Da igual si son públicas o privadas.
Hace un par de meses les platicaba esta historia que es para alarmarnos. Líderes de La Unión Tepito localizaron al buen estudiante, llamémoslo Juan, aquel que hacía deporte y que nunca falta a una clase, el joven que es ejemplo en su escuela.
Lo invitaron a trabajar y le ofrecieron entre tres mil a cinco mil pesos semanales. Los mismos vendedores de droga, los más peligrosos, le enseñaron cómo hacerlo.
Juan convenció a otro compañero para que lo ayudara en el negocio. Introducían droga a la escuela, principalmente mariguana y cocaína, pero también estupefacientes sintéticos.
Los narcotraficantes le daban poca droga las primeras semanas y las dosis iniciales se las regalan a los compañeros. A lo largo de los días, los estudiantes que recibieron droga y la probaron quisieron más. Y ahí Juan y su amigo la empezaron a vender.
Los narcotraficantes le enseñaron a Juan, que él no se podía quedar con la droga, para no ser descubierto y que se la diera a guardar a algunos compañeros que ya consumían y debían dinero, para que no lo descubrieran.
Y así le hacía, las dosis las distribuía entre alumnos que no eran sospechosos; jóvenes de carácter débil, a los que tenían amenazados.
Los alumnos que protegían los narcóticos, los metían a sus mochilas, y cuando Juan vendía alguna dosis, los estudiantes la sacaban de la mochila.
Estamos hablando de niños de entre 13 y 17 años de edad a los que se les está dando esta droga.
Tardaron meses en realizar esta investigación y descubrir quién estaba vendiendo la droga.
Lo más grave de todo es que Juan, que ya no quería seguir en el negocio y lo hacía porque estaba amenazado por estos grupos criminales que son muy fuertes. Ya conocían donde vivía, a su hermana, el trabajo de sus padres y más detalles de la familia.
A raíz de la investigación, precisamente por revisar las mochilas, los maestros se dieron cuenta no sólo de quién era el que estaba vendiendo la droga, sino que ese alumno estaba en riesgo de que lo mataran a él y a su familia.
Cada vez es más difícil que los padres nos enteremos qué está pasando por la vida secreta de nuestros hijos. Estos líderes del narcomenudeo muchas veces conocen mejor la forma de pensar y actuar de los adolescentes que los propios progenitores, aunque éstos sean padres presentes y dedicados.
Al mismo tiempo, los líderes de La Unión Tepito, quienes fueron los que reclutaron a Juan en este caso, pero de igual forma operan los líderes de la Anti-Unión y otros cárteles en la Ciudad de México, tienen mucha información de los jóvenes que buscan para que sean distribuidores. Todos estos datos se los piden antes de empezar a trabajar.
La vida de Juan, en este momento, es un infierno. Relata que, a los pocos días de vender la droga, ya no quería seguir haciéndolo, pero está amenazado. Hoy no sólo él, sino toda su familia está bajo amenazas de muerte.
El revisar mochilas no sólo puede prevenir a los estudiantes a que los introduzcan al mundo de las drogas y la violencia, sino también rescatar a aquellos que han sido cooptados por el crimen organizado que, bajo amenazas, hacen que trabajen para ellos.
Que lástima que hayan eliminado el programa.