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La cárcel, casi un hotel

 

El domingo pasado apareció la nota en algunos portales de noticias y en las redes sociales: el suegro del Chapo Guzmán, Inés Coronel Barrera, había escapado de un penal en Culiacán. Poco después la Secretaría de Gobernación desmintió el rumor. No fue verdad que el padre de Emma Coronel, y abuelo de las dos gemelitas de El Chapo se hubiera fugado. Seguía preso en un penal federal en Hermosillo.

Pero luego se confirmó que sí hubo fuga. Los que se escaparon fueron tres hombres que operaban para el cártel de Guzmán Loera y de Ismael El Mayo Zambada.

Hace unos días, el Secretario de Seguridad Pública de Sinaloa dijo en una rueda de prensa que la fuga “posiblemente se efectuó por la puerta principal de la cárcel, ya que hasta el momento no se han encontrado túneles o serpentinas rotas”. Pero en realidad lo hicieron utilizando un túnel como lo hacía su jefe, El Chapo.

El túnel encontrado bajo las instalaciones de la penitenciaría de Culiacán cuenta con ventiladores, alumbrado y hasta un sistema para evitar derrumbes de la estructura, dio a conocer anónimamente una autoridad policial.

Mide más de 300 metros de largo y tiene una profundidad de 11 metros.

Pero además la obra de ingeniería para poder hacer este túnel es muy precisa, pasa por debajo de la estructura del canal de Aguaruto.

Hacer un túnel de estas magnitudes en el anonimato es imposible. Se hicieron estas obras para queEl Chapo pudiera huir, y ahora se descubren otros túneles para que se escapen los reos.

¿Qué hacían operadores importantes del Chapo en un penal de mediana seguridad en pleno Culiacán?

Adelmo Niebla González, Don Memo, y Ramón Ruíz Ojeda, El Monchi, fueron trasladados del penal federal de Matamoros, Tamaulipas, al de Culiacán, luego de que ganaron un amparo para ser juzgados en la ciudad donde habían sido detenidos.

Ellos escaparon de un penal estatal, y hasta hace poco los penales federales no habían tenido fugas. Durante 13 años no se habían evadido reos en prisiones federales, hasta que el viernes 15 de marzo pasado cinco sicarios de La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez, escaparon del Cefereso 9 de Ciudad Juárez, uno de los más vigilados en todo el país.

Hay más de 450 cámaras en esa prisión federal pero, de alguna forma, los reos burlaron la seguridad, llegaron hasta la torre 8 y ahí formaron una pirámide humana para escalarla y así escapar. Nadie los vio. La policía federal logró recapturar a tres de ellos, los hermanos Felipe y José Luis Caro Bustillos y Juan Gabriel Morales Chávez.

Dos más, Álvaro Ediarte Silva y Víctor Alejandro Sánchez García lograron escapar y no han sido recapturados.

La PGR informó que ya abrió una investigación para esclarecer si hubo actos de negligencia o corrupción de servidores públicos, al considerar que es muy difícil que los internos hayan podido burlar todos los sistemas de seguridad.

Y la realidad es esa, para poder escapar de un penal, sobre todo de uno federal, forzosamente alguna autoridad interna tiene que brindarles apoyo. Muchas veces por dinero, otras por amenazas. ¿Se imagina la cantidad de tierra que se debe remover, por ejemplo, para cavar un túnel de 160 metros?

Sólo el dos por ciento de los delitos en este país son castigados y a ese vergonzoso porcentaje todavía le tenemos que restar el numero de reos que logran escapar de las prisiones. Algunos años, más de 600. Súmele a los que simplemente siguen operando desde cualquier reclusorio estatal o municipal y tendrá la magnitud de la impunidad.

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