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La CDMX paralizada y nadie hace nada

Han sido días muy complicados para los que habitamos la Ciudad de México.

El viernes pasado ante la incertidumbre de cómo será el proceso para que los Policías Federales se incorporen a la Guardia Nacional, y a quienes se les ha dicho que se les respetará su sueldo, mas no sus bonos de operatividad, hicieron una manifestación que bloqueó: Periférico Sur, frente a la Torre Pedregal, sede de la Guardia Nacional; otro grupo en avenida Vallejo; otro en el Centro de Mando, en Iztapalapa; y el grupo más nutrido se instaló en Circuito Interior, a la altura de la Terminal 1 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

La protesta duró más de cinco horas, causando afectaciones a cientos de pasajeros nacionales y extranjeros, así como a los habitantes de la zona y a quienes tenían que pasar por ahí para llegar a su destino o centros laborales.

Días antes vivimos otra manifestación, la que se realizó para recordar los lamentables hechos del 2 de octubre de 1968, y en la que nuevamente, un puñado de los autollamados anarquistas realizó varios desmanes.

Y apenas este lunes, las calles de la Ciudad de México y otras de ciudades de la República se colapsaron ante el paro de taxistas. Los choferes de taxis se quejan y piden las mismas reglas que los que prestan servicios a través de apps.

La realidad es que los que tienen la última palabra y decisión en el tipo de transporte que quieren tomar son los usuarios, ya que muchos de los taxis, lo vimos en la manifestación son unidades viejas, en mal estado, sucias, ponen condiciones para llevarte a un destino, su taxímetro suele estar alterado o te cobran tarifas que ellos deciden y son altamente inseguros.

De acuerdo con una encuesta divulgada sobre el servicio de taxis, 52 por ciento de los entrevistados dijo que el mejor servicio lo ofrece la compañía Uber, seguido de DiDi, con 29 por ciento, y en el quinto lugar quedó el servicio de taxi de la calle, con apenas el cuatro por ciento.

Pero nada de esto es válido para ellos y decidieron colapsar toda la ciudad por más de 13 horas. En estos días han salido a la luz historias de gente que perdió su trabajo por no llegar, a otros más les descontaron el día, unos más no pudieron llegar a citas de trabajo, a una cita con el doctor con las implicaciones que esto representa e incluso esta marcha fue utilizada por delincuentes.

Estos taxistas lo que deberían hacer es mejorar lo que ofrecen al consumidor y organizarse para crear su propia app, nadie se los impide.

A través de las redes sociales varios usuarios reportaron que, atrapados por los bloqueos en la zona de Santa Fe, varios automovilistas fueron asaltados por un puñado de criminales.

Taxistas provocan caos

Finalmente, después de más de 13 horas de bloqueo, los líderes de taxistas y la Secretaría de Gobernación llegaron a un acuerdo en el que se estableció una ruta jurídica para determinar si son o no legales las aplicaciones de transporte de pasajeros en la Ciudad de México.

Todos tienen derecho a manifestarse, pero ese derecho debería acotarse al derecho que los ciudadanos tenemos al libre tránsito.

Las autoridades capitalinas, en ninguna de las manifestaciones, ni siquiera en el bloqueo de Santa Fe, provocado por los taxistas, donde asaltantes aprovecharon los embotellamientos para robar, se pusieron ni un segundo del lado de los ciudadanos.

Y las pérdidas monetarias en cada uno de estos eventos son altísimas.

Para la pasada marcha del 2 de octubre, la Cámara de Comercio de la Ciudad de México calculó las pérdidas en 33 millones de pesos.

Pero antes, el 26 de septiembre, en la manifestación para recordar los hechos ocurridos en Iguala, en los que desaparecieron 43 estudiantes, la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados estimó las pérdidas en no menos de 100 millones de pesos.

Y días antes marcharon grupos feministas, en donde la violencia se descontroló y antes fueron campesinos, integrantes de la CNTE y así nos podemos ir día por día, en los que diversos grupos han tomado la ciudad para expresar su malestar por diversas situaciones.

Y es que en épocas donde la economía no se encuentra con los pronósticos más alentadores, sino todo lo contrario, la productividad resulta un factor de suma importancia para las compañías, y por ende, para la capital.

Estas manifestaciones y bloqueos tienen un efecto negativo en la productividad, rubro en el que por cierto, los indicadores no muestran buenos resultados.

En el trimestre abril-junio de 2019, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía (IGPLE), con base en horas trabajadas, retrocedió 1.5 por ciento frente al trimestre inmediato anterior, con cifras ajustadas por estacionalidad; esto representa su mayor caída en tres años y liga además cuatro trimestres a la baja.

Todos tenemos derecho a manifestarnos para exigir justicia, lo que no se vale es que se afecte tan gravemente a terceros, como sucedió el pasado lunes que se colapsó la ciudad.

Muchos de los manifestantes llegaron a acuerdos, las autoridades no detuvieron a nadie, y como siempre a los ciudadanos que trabajamos todos los días, para lo poco o mucho que tenemos, nadie nos da garantías ni siquiera de poder llegar a nuestro trabajo o recoger a nuestros hijos en la escuela. Y lamentablemente lo único que nos queda es acostumbrarnos a vivir así.