La destitución de Trump
Es una realidad que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, puede ser destituido. Motivos los hay de sobra. Mentiras, relaciones con Rusia para ganar la elección, intervención en los comicios de otros países, sólo por nombrar algunos.
Él lo sabe muy bien, y mientras inicia su precampaña, con la cual busca reelegirse para gobernar otros cuatro años, también se defiende para que no sea obligado a dejar la presidencia de su país.
Trump advirtió que si era destituido, podría haber una nueva Guerra Civil en territorio estadounidense. Lo cierto es que ni habrá una revuelta armada, ni muy probablemente se concrete su destitución, pero los interesados en este tema saben muy bien que la verdadera victoria vendrá en el próximo proceso electoral.
Y él lo sabe muy bien. El juicio de impeachment puede afectarlo negativamente; por ello ha endurecido y aumentado sus ataques hacia sus contrincantes.
Y los adversarios políticos del presidente han buscado un juicio de destitución desde que asumió el poder. El principal argumento ha sido el llamado Rusiagate, la trama en la que agencias de inteligencia señalaban la posible injerencia rusa en las elecciones de 2016.
Recordemos: Tras casi dos años de investigación, el fiscal especial Robert Mueller (exsesor especial del Departamento de Justicia y exdirector del FBI) entregó un informe en el que determinó que no hubo un esfuerzo coordinado entre Rusia y la campaña de Trump para tergiversar las elecciones; sin embargo, el informe reveló que el mandatario intentó influir en la investigación, además de forzar la expulsión de Mueller para impedir que investigara una posible obstrucción de la justicia por parte del Ejecutivo.
No obstante, el presidente de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes, Jerry Nadler, dijo que el informe de Robert Mueller presentaba “pruebas muy sustanciales” de que Trump es “culpable de delitos graves y faltas”.
En esa ocasión, 95 legisladores demócratas apoyaron la propuesta de abrir un juicio político contra el mandatario, pero la propuesta no contó con suficiente apoyo y fue denegada por 332 votos.
Ahora, Trump es señalado de presionar a un gobierno extranjero para influir en las elecciones presidenciales de 2020. Una denuncia anónima y una llamada telefónica son las principales armas de los demócratas.
Todo inició el pasado 25 de junio, cuando el presidente Trump realizó una llamada telefónica con su homólogo de Ucrania, Volodímir Zelenski, en la que le pedía investigar a quien puede ser su contrincante en 2020: el exvicepresidente Joe Biden y a su hijo menor, Hunter, quien pertenecía al directorio de una empresa de energía ucraniana en tiempos en que su padre era vicepresidente.
En la llamada, Trump solicitó indagar la teoría que dice que Joe Biden trataba de proteger a la compañía en la que trabajaba su hijo ante la justicia, cuando pidió el despido de un fiscal ucraniano en 2016.
Y mantiene su desafío
Esta llamada fue denunciada por un agente de inteligencia que permanece en el anonimato. De acuerdo con The New York Times, el denunciante sería un miembro de la CIA asignado a la Casa Blanca y especializado en política ucraniana.
Tras darse a conocer esta llamada, desde la oficina de la presidente de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se anunció de manera formal el inicio de una investigación para determinar si Donald Trump será sometido a juicio político, acusándolo de “traición a su juramento como presidente, traición a la seguridad nacional y traición a la integridad de las elecciones”.
En respuesta, el mandatario despotricó, como es su costumbre, a través de Twitter, argumentando que los demócratas habían lanzado una investigación por juicio político sin leer siquiera la transcripción de su llamada: “¡pura cacería de brujas!” y “¡acoso presidencial!” escribió.
Finalmente se dio a conocer la transcripción de la llamada que Trump calificó como perfecta. El resumen de cinco páginas de la llamada entre los presidentes Trump y Zelenski revela que Trump sí presionó al mandatario de Ucrania para que investigara unos asuntos que tuvo Biden, así como su hijo Hunter en aquel país.
Trump ofreció a Zelenski la disposición de la oficina del fiscal general y su abogado personal, Rudolph Giuliani.
Mientras, en el marco de la Asamblea General de la ONU, Trump y Zelenski ofrecieron una conferencia de prensa en la que el presidente estadounidense aseguró que no puso ningún tipo de presión sobre el líder ucraniano a cambio de favores políticos.
Fue entonces que el Partido Republicano cerró filas detrás del presidente y acusa a los demócratas de lanzar una investigación basada en un rumor.
Sin embargo, el primer borrador de la llamada demuestra que Trump le indicó a Zelensky que William Barr, fiscal general de Estados Unidos, se pondría en contacto con él sobre las pesquisas que hizo Ucrania contra una empresa de gas, Burisma Holdings, cuyo consejo de administración era integrado por Hunter Biden.
Lo que sí admitió el presidente estadounidense es que dio la orden de retener una ayuda de 400 millones de dólares a Ucrania pocos días antes de que hiciera la llamada.
Para defenderse y desviar la atención, Trump ha hecho de todo; ahora exige que Adam Schiff renuncie como jefe del Comité de Inteligencia por exagerar los detalles de su conversación con Kiev; además, exigió que el congresista sea detenido por el delito de traición.
Y es que la semana pasada, Schiff leyó ante la Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes la transcripción de la conversación telefónica entre los mandatarios, pero reconoció que hizo la lectura a modo de parodia con la intención de remarcar la intención que tuvo Trump.
Y mientras eso sucede, siguen saliendo a la luz detalles de la conversación, como la que indica que la transcripción de la llamada entre Washington y Kiev fue transferida a un sistema que contiene material altamente resguardado por el Consejo de Seguridad Nacional. El equipo legal de la Casa Blanca estaba al tanto de los contenidos de la llamada antes de la presentación de una queja.
Ahora la Casa Blanca ha restringido el acceso a las transcripciones de llamadas que Donald Trump sostuvo con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, y con la familia real de Arabia Saudita.
La posibilidad de que prospere el juicio político en contra de Donald Trump no es tan sencillo, y es que aunque los demócratas cuentan con los votos en la Cámara baja para proceder con el juicio político, el Senado es dominado por los republicanos.
Corren las apuestas: ¿Usted que cree, se destituirá o no al presidente de Estados Unidos?
Yo soy de las que piensa, que aunque puede ser factible y existen pruebas contundentes, será muy difícil que Donald Trump sea destituido.