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La fallida estrategia contra el huachicol

El combate al robo de combustible y turbosina, que se da perforando ductos, para extraerlo y venderlo, nunca se controló, y hoy sabemos por datos del mismo Gobierno federal, que ha aumentado.

Pemex detecta 45 tomas clandestinas todos los días con pérdidas de hasta 18 millones de pesos diarios.

Lo grave, además del robo, es que cuando se perforan estos ductos puede haber explosiones y contaminación de los mantos freáticos y del agua que es para consumo humano.

Hace unas semanas, vecinos en la alcaldía Gustavo A. Madero, en Ciudad de México, detectaron un olor extraño y vieron que el agua de las coladeras estaba contaminada. Fue consecuencia de que se filtró combustible por un ducto perforado.

La titular de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil capitalina (SGIRPC), Myriam Urzúa, confirmó que fueron tres tomas clandestinas y que fueron halladas en forma de pozo, por lo que cuando éstas se llenaron, se derramaron sobre el drenaje.

En el caso de las tomas recientemente encontradas en la Ciudad de México, los trabajos de limpieza no terminan y se extenderán hasta mediados de julio, cerca de 150 trabajadores realizan labores en los registros del drenaje, lo cual consiste en usar espumógeno, agua jabonosa y presión de agua.

Una contaminación de agua por estas substancias, como ocurrió semanas antes de esta fuga, en la alcaldía Benito Juárez, puede ser mortal. Imagínese consumir agua con combustible.

El pasado mes de marzo, los habitantes del municipio mexiquense de Nezahualcóyotl hicieron la misma denuncia.

La alcaldía Gustavo A. Madero es una de las seis alcaldías utilizadas por el crimen organizado para extraer combustible de los ductos que atraviesan esa zona de la Ciudad de México. Y es que la capital del país tiene una red subterránea de distribución de hidrocarburos que, entre otras, provienen de las refinerías de Tula, Hidalgo; Tuxpan y Coatzacoalcos, en Veracruz.

Los hidrocarburos llegan a las tres estaciones de almacenamiento ubicadas en la capital: Añil, en la alcaldía Iztacalco; Azcapotzalco, en la alcaldía del mismo nombre, y Barranca del Muerto, en la Álvaro Obregón.

Hoy el crimen organizado ya no se dedica únicamente al tráfico de drogas, con el fentanilo, que es relativamente nuevo, en donde se necesitan mucho menos personas para fabricarlo y distribuirlo, cientos de criminales se están dedicando a otros negocios delictivos. La trata de personas, el tráfico de migrantes, la extorsión, el robo y la extracción y venta de combustible.

Y aunado al robo de gasolina y turbosina, también el robo de gas se ha disparado. De la misma forma que se perforan los ductos de gasolina, se están perforando los de gas. Es más difícil realizar este tipo de robos, porque los delincuentes tienen que estar más especializados para poderlo hacer, pero el negocio es tan grande, que los delincuentes incluso han involucrado a ingenieros especializados en el robo de gas.

Al igual que con los ductos de gasolina, para hacer una toma clandestina con los ductos de gas, se necesita que no estén muy llenos, para que no haya mucha presión cuando se perforan.

Alguien que maneja los ductos les informa a los delincuentes cuando es buen momento para extraer el combustible. El gas LP es muy líquido y gaseoso, lo meten en las pipas especiales y éstas son las que llegan a repartir gas a los diferentes hogares.

Son muchos los ductos de gas que atraviesan el territorio nacional. En los principales donde ha habido más robo del combustible, son los que atraviesan los estados de Tabasco, Veracruz, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, Estado de México, Ciudad de México, Michoacán, Guanajuato y Jalisco, por lo que ésta es la zona de mayor consumo y disponibilidad del combustible. Muy similar adonde se ha dado el robo de combustible, que es en los ductos que pasan por Veracruz, Hidalgo y Puebla.

Días antes de terminar el 2018, y recién llegado a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador presentó una “estrategia” para acabar con el robo de combustible. En ese entonces se dijo que las pérdidas por ese robo eran de unos 60 mil millones de pesos, y que con ese dinero recuperado se podría financiar el 40 por ciento de una refinería de Dos Bocas.

Muy rápido nos olvidamos de las cosas. Usted recordará, sobre todo si vive en la Ciudad de México, que para el 4 de enero del 2019 amanecimos con filas interminables en las gasolinerías por compras de pánico porque el combustible era escaso. Todo era caos, nunca recuerdo haber vivido algo similar. Cualquiera que quisiera llenar su tanque podía tardar horas en la fila y la gasolina la racionaban.

La falta de abasto duró varias semanas. A los pocos días, el caos ya no únicamente era en la Ciudad de México y el centro del país, estados como Nuevo León empezaron a sufrir esta escasez y se repitió la crisis.

En ese entonces las autoridades dijeron que la escasez se debía a que estaban controlando el robo de combustible.

El 15 de enero de ese año, una toma clandestina en el ducto Tuxpan-Tula, en la localidad de Tlahuelilpan, explotó. Decenas de habitantes llegaron a llenar sus bidones con gasolina, cuando se dio una explosión que mató a 135 personas y dejó a más de 50 heridos.

Se aseguró que los ductos dejarían de operar y se compraron decenas de pipas para trasladar la gasolina, que supuestamente iba a resguardar el Ejército.

Con todo y las pipas compradas, era obvio que no se podía abastecer el combustible para todo el país de esta forma. Por esto se le destinaron millones de pesos, que tampoco sirvieron para mucho.

En cuanto a las pipas usadas para transportar combustible y evitar que siguiera la ordeña de ductos, en 2021 la Auditoría Superior de la Federación (ASF) detectó varias irregularidades en el proceso de compra de algunas unidades que el Gobierno federal realizó en 2019.

Para justificar la compra de pipas, el Gobierno federal aseguró que se incrementaría en una cuarta parte el transporte de gasolinas vía terrestre; sin embargo, la ASF observó que la cantidad transportada por carretera, incluso se redujo en un 0.1% en 2019.

Después del desabasto de gasolina en el 2019, los ciudadanos le perdonaron al Gobierno la escasez de gasolina y la mayoría pensó que, efectivamente, se iba a reducir el robo de combustible. La ciudadanía justificó la escasez de gasolina pensando que se estaba combatiendo el robo de combustible. Fue un engaño.

Está terminando el sexenio, la estrategia para combatir el huachicol no se ha logrado. Hoy el robo de gasolina, turbosina y gas es un negocio millonario para el crimen organizado.