La jaula de las mujeres
Imagínense como mujeres no poder salir solas a la calle al menos de que estemos acompañadas por un hombre de la familia, no poder estudiar, no poder reír ni cantar, no poder elegir la ropa porque se les tapa con un burka, manejar un coche es impensable, no se pueden maquillar ni peinar como ellas quieran y es que el arreglo personal no es un tema superficial, sino que ayuda mucho la autoestima.
Pues así se encuentran en pleno 2023 las mujeres en Afganistán, desde que regresó el régimen Talibán más autoritario. Ahora a las mujeres les han quitado el salón de belleza, uno de los pocos sitios donde podían reunirse con sus amigas y convivir. Pero además de los pocos lugares donde otras mujeres podían trabajar para sostener a sus hijos.
Son poco más de 20 mil mujeres las que viven en esta tortura, los hombres de su comunidad controlan absolutamente todo.
El próximo 25 de julio, los establecimientos de belleza cerrarán sus puertas de manera definitiva en ese país.
Esto se debe a la nueva orden emitida por el Ministerio de la Moralidad del régimen Talibán contra las mujeres, que forma parte de una serie de restricciones basadas en la rígida interpretación de la ley islámica.
Hay que recordar que en la ley Islámica en el Corán no habla de estas restricciones a las mujeres, los hombres afganos están interpretando la religión a su antojo para poder controlar desmedidamente al sexo femenino.
Pero además si ya es una tragedia en la mayoría de los casos estar casada con un hombre afgano, para muchas mujeres en ese país, el estar solas es todavía más difícil porque no tienen forma alguna de buscar un sostén para ellas y sus hijos.
El Talibán olvida que muchas han quedado viudas debido a la guerra y a las constantes matanzas que este grupo extremista realiza como parte de los castigos que impone a quienes no cumplen sus reglas.
Con la invasión estadounidense en el 2001 a ese país, muchas cosas habían cambiado para el bien de las mujeres. En ese momento ya podían trabajar como comerciantes, o por ejemplo en salones de belleza, que, por cierto, ahí podían tener un centro de reunión en donde se sintieran seguras. Porque las mujeres en Afganistán nunca se han sentido seguras.
Pero con la salida de las tropas estadounidenses en agosto del 2021, llegó este grupo extremista y tomó el mando del país.
Hasta el momento suman 29 prohibiciones, y el Talibán todavía dice que respeta los derechos de la mujer de acuerdo con su interpretación de la ley islámica y las costumbres afganas.
Qué derechos puede tener una mujer si las mujeres no pueden, desde diciembre del año pasado, trabajar para organizaciones civiles, no se les permite asistir a la universidad y se les prohibió el ingreso a los gimnasios y parques. Y hace meses llegó la prohibición para que las menores de edad no pudieran cursar la secundaria.
Actualmente sólo las enfermeras y doctoras pueden trabajar en ciertos hospitales de Kabul, la capital, para atender solamente a niñas y mujeres.
Los castigos para quienes no acaten las reglas son claras. Son sometidas a castigos físicos y abusos verbales, pueden recibir sanciones públicamente, incluso por mostrar sus tobillos.
Quienes son acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio pueden ser lapidadas.
Esta realidad ya la habían padecido las mujeres afganas, en la época del primer régimen de entre 1996 y 2001, cuando su estricto código social conocido como Pastunwali prohibía la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres al hogar.
Gobiernos extranjeros y funcionarios de la ONU han condenado las crecientes restricciones impuestas a las mujeres desde que los talibanes volvieron al poder hace dos años.
La misma ONU ha calificado a Afganistán como el país más represivo para la mujer en el mundo.
Por su parte, en un recientemente informe del Departamento de Estado de Estados Unidos se refiere a la retirada de tropas en Afganistán y revela que las decisiones de Donald Trump y Joe Biden tuvieron “graves consecuencias” para la viabilidad de un Ejecutivo afgano y para la seguridad del país.
Y este país no es el único que tiene una interpretación rígida del islam, también ocurre en Irán, que comparte frontera con Afganistán, y donde el 16 de septiembre del año pasado murió bajo la custodia de la policía de la moral Mahsa Amini, una joven de 22 años a quien detuvo por no portar adecuadamente su velo.
Pero en ese país si una niña o adolescente quiere estudiar puede ser envenenada.
En Irán desde septiembre de 2022 se han registrado ataques a su derecho a la salud y educación.
Más de 13 mil niñas de 100 escuelas han sido envenenadas, las menores han llegado a los hospitales con tos, dificultades respiratorias, irritación en la nariz y la garganta, palpitaciones, cefalea, náuseas, vómitos y extremidades entumecidas, lo que ha hecho que sus padres las saquen de los colegios.
Y hay que recordar lo que sucedió en el mundial de Qatar cuando un futbolista, Amir Azadani, fue condenado por autoridades iraníes y condenado a la horca por manifestarse en favor de las mujeres. Afortunadamente por la presión internacional y las protestas no fue asesinado, pero sí es terrible que por defender los derechos de las mujeres de su país tiene una pena de 26 años de prisión.
Es inaceptable que estos hombres se escuden en una religión, que ellos interpretan a su manera, porque reitero, el Corán no dice lo que estos miserables están haciendo, para violar todos los derechos, hasta el más básico de las mujeres.
Tenemos que trabajar como comunidad internacional para lograr que estas mujeres puedan vivir dignamente, aunque la realidad nos muestra que será muy difícil lograr algo. Pero no podemos dejar el tema.