La rebelión de los policías
Lo sorprendente de la rebelión de los policías federales es que nadie se haya querido dar por enterado de una crisis que comenzó desde hace varias semanas y que había generado todo tipo de reacciones dentro de la institución policial.
En realidad el descontento comenzó desde el primer día de gobierno, cuando la Policía Federal y sus integrantes fueron descalificados y acusados de corruptos por el propio Presidente de la República, una acción inédita contra una institución de seguridad del país. Por supuesto que en la PF había elementos corruptos (como en todos lados), pero la descalificación fue de la institución como tal.
Luego, durante siete meses, jamás se terminó de especificar cuál sería el destino de los elementos, incluso de la propia Policía Federal. Estaba claro muchos se integrarían en la nueva Guardia Nacional que ya tenía el visto bueno de todos los partidos y de distintos sectores sociales, pero lo que no se comprendía era por qué desaparecer, y de mala manera, a la Policía Federal ni lo que ocurriría con sus estructuras, equipos e integrantes.
Vinieron los procesos de selección de los policías para la Guardia Nacional y la desconfianza y el malestar se acrecentaron porque se descalificó a personal porque estaba excedido en su masa corporal e incluso porque se les dio entrenamiento en espacios que los policías consideraban poco adecuados. La mayoría de los agentes, además, fueron desechados.
Se les dio como opción ser enviados al Instituto Nacional de Migración con un salario 20 por ciento menor al que tenían en la PF, que además, había sido reducido sustancialmente desde el inicio de la administración porque se les habían quitado bonos, seguros, viáticos y hasta comidas. Tendrían que servir en las fronteras y a los pocos que lo aceptaron no les dieron ni alojamiento, sólo unas carpas individuales. El nuevo director del INM, Francisco Garduño, en su primer día de labores, descalificó a los policías, a los mismos que les ofrecía trabajo en el instituto, y los tachó de fifís y de poco sacrificados.
La semana pasada, en una reunión de miembros de la Policía Federal con sus comandantes (la reunión está grabada con imagen y audios), se les informó que todo el personal que no fuera incorporado a la Guardia Nacional tendría un 20 por ciento menos de salario y sería enviado a un destino donde estarían “los exceptuados y las embarazadas”. Al personal en situación de retiro se le quitaría su pago mensual, aunque recibiría una indemnización en un solo pago. El personal con sobrepeso pasaría al Instituto Nacional de Migración, también con 20 por ciento menos del salario actual. Como una “directiva moral”, se les reducirán 10 días de vacaciones, entre otras disposiciones.
Se les distribuyeron nuevos uniformes en tallas tan grandes que, como se mostró en algunas imágenes, cabían dentro de ellos hasta dos personas y luego esta misma semana se les volvió a informar, un día después de la presentación de la Guardia Nacional, que no habría operatividad (un bono por desplazamientos) como les habían adelantado, que los salarios equiparados al resto de la Guardia Nacional se otorgarían hasta enero próximo y que a los que este martes no se quisieran desplegar se les instalaría una mesa de liquidación.
En una comunicación interna se informó que, ante ello, “el personal solicitó trasladarse a Constituyentes para hablar con algún comandante para que les pudiera aclarar lo dicho por Recursos Humanos de la GN. Los recibió el comisionado interino de la PF, comisario general Valencia, quien les confirmó dichas disposiciones. Informándoles que lo único que podía hacer por ellos era darles descanso de un día y que si encontraban entre ellos con quien poder realizar algún tipo de cambio o permuta para el día de mañana, se los autorizaría mañana mismo, antes de realizar el despliegue, pero sólo mañana, ya que ya tienen que estar saliendo (este miércoles) a sus nuevos destinos en el sur o el norte del país”.
No hubo despliegue, hubo una rebelión y toma de calles. Hoy está convocado un inédito paro de labores de los policías federales.
Todo esto no tiene sentido. La Policía Federal, con sus fallas puntuales y sus aciertos, terminó siendo una instancia policial reconocida internacionalmente que logró golpes notables en la lucha contra el crimen organizado. Que participó en numerosos operativos de contención, control y disuasión y en operaciones de desastres naturales. Decenas de sus elementos perdieron la vida en combate. En la Policía Federal se tuvo el mejor centro de inteligencia con el que ha contado el país, la Plataforma México, inexplicablemente desmantelada.
Fueron muy eficientes sus unidades antisecuestros, de inteligencia y de reacción rápida, y cuenta con instalaciones como no las ha tenido ninguna otra institución policial en el país. Lo que no hubo fue un modelo policial único a nivel nacional, y la Policía Federal tuvo que trabajar sola, sin fuerzas estatales y municipales bien preparadas, y eso hizo que la participación militar fuera tan apremiante para garantizar la seguridad.
La de la Policía Federal es como la crónica de una muerte anunciada, pero es una muerte inútil, innecesaria, de un cuerpo que puede seguir sirviendo junto con la Guardia Nacional, con misiones concretas y diferenciadas, en el momento de mayor inseguridad en el país.