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Las barras mexicanas, también en las calles

 

El futbol mexicano estará en peligro si no se impide que los vándalos entren a los estadios y sigan en las calles. Ya lo vimos el sábado pasado, cuando personas violentas se hicieron pasar por aficionados, agrediendo a policías en el Estadio Jalisco en el partido Atlas-Guadalajara.

Los agresores dijeron ser parte de la Barra la Irreverente y la Insurgencia. Encendieron bengalas, golpearon a los policías con sus propias macanas y, cuando algunos uniformados cayeron al piso, los agarraron a patadas. Después de los actos vandálicos muchos aficionados subieron fotografías en las redes sociales presumiendo el maltrato a los policías.

Quienes piensen que éste es un hecho aislado están equivocados. Si no se corta de raíz, el problema seguirá creciendo. Algunos de estos jóvenes se han preparado en el extranjero con provocadores profesionales.

En Argentina, con las llamadas barras bravas, y en Inglaterra, con los Hooligans. En esos países se hacen llamar seguidores y aficionados del futbol. Portan colores y playeras que los identifican con su equipo, y están bien organizados incluso con recursos que les dan los clubes.

En los últimos años, en México las clásicas porras se han convertido en barras, tipo las de Argentina. Los seguidores no dejan de bailar, de brincar y de desplegar grandes banderas pero también provocan, lanzan bengalas y golpean a quien se cruza en su camino. Y se financian vendiendo drogas y extorsionando a los verdaderos seguidores.

Son jóvenes de colonias populares que gustan de escuchar reguetón y andan en grupos de 20 o 30. Por lo regular traen una camiseta debajo de la que muestran, por si las autoridades los intentan identificar.

Pero aquí en México, por sobre todas las cosas, buscan la desestabilización. Para algunos puede ser un simple tema de vandalismo juvenil, pero esto va más allá y está relacionado, aquí en la ciudad de México, con otro tema: las acciones violentas protagonizadas por los ocupantes —algunos dicen ser estudiantes, otros no lo parecen en absoluto— del auditorio Che Guevara, cuyo verdadero nombre es Justo Sierra, de la Facultad de Filosofía y Letras, incluyendo intentos de ocupación de la rectoría de la UNAM y bloqueos en la avenida Insurgentes.

Es parte del accionar de un grupo amplio que ha intervenido en muchos actos de vandalismo en la ciudad.

¿Cómo podemos asombrarnos de los actos de vandalismo en los estadios de futbol, si se permiten y crecen en las calles y en las universidades?, ¿acaso no se sabe que estos mismos jóvenes que ocupan un auditorio universitario. desde hace 14 años, son algunos de los mismos que participan en una de las barras más violentas del futbol actual, la Rebel de los Pumas?

Mientras la violencia se deje crecer en las calles, lo hemos visto ya con el grupo llamado de los anarquistas, y con jóvenes que tienen tomado un auditorio como trinchera, entre otros, no hay manera posible de controlar la violencia en los estadios de futbol. Una violencia que apenas comienza.

bibibelsasso@hotmail.com
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