Las goteras atacan de nuevo
Pablo González Kúsulas era un joven de 32 años que había regresado a México hace apenas tres semanas, después de hacer su maestría en San Francisco, California, en la Universidad de Berkeley.
Pablo, quien trabajaba en un reconocido despacho de abogados, al terminar su jornada laboral salió a un canta-bar ubicado en la calle de Palmas. Fue visto por última vez con vida a las tres de la mañana. Su cuerpo fue encontrado a las siete de la mañana en la colonia Nápoles.
Su cuerpo apareció sin rasgos de violencia en el cruce de avenida Eugenia casi esquina con Georgia. Las primeras investigaciones indican que este joven pudo haber sido intoxicado con alguna droga para perder la voluntad y así poderlo asaltar o secuestrar.
Meterle en la bebida sustancias para sedar a las víctimas es muy común, y son pocos casos los que se denuncian.
Este tipo de sustancias, además de tranquilizar y dormir a las personas, también les hacen perder la voluntad y generan pérdida de memoria para que la víctima no recuerde nada de lo sucedido.
Pero además, si exceden la dosis es mortal. Con tan sólo ingerir tres gotas se puede sedar a una persona de 70 kilogramos; las sobredosis son mortales. Drogas que hacen perder la voluntad y memoria se han utilizado para robar o matar desde la antigüedad.
En 2008 la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal desmembró una banda que estaba coludida con empleados de hoteles y bares que, para robar a los clientes, los sedaban.
Un año después, la PGJDF indagó la conformación de otro grupo que seguía el patrón de actuación de Las Goteras en la zona cercana a Garibaldi.
En 2009 usted seguramente recuerda el caso de los luchadores profesionales La Parkita y El Espectrito Jr., quienes murieron por congestión visceral generalizada en el Hotel Moderno, en la colonia Centro. En sus bebidas les pusieron gotas oftalmológicas, la dosis no sólo los durmió, sino que les quitó la vida.
Se sabe que en algunos casos de robo a casa-habitación, los asaltantes también han utilizado estas gotas para cometer atracos.
Este tipo de hurtos se hicieron recurrentes por una banda de delincuentes originarios de Colombia.
El modo de operar es que una mujer entra en contacto con los porteros o cuidadores de las casas, seduce a los guardias y éstos le brindan información confidencial que les permite conocer el movimiento y asaltar las residencias. Estos guardias o porteros también son drogados para que pierdan la memoria y su voluntad.
Esta historia ya tiene algunos antecedentes: en 2013 las autoridades capitalinas detuvieron a 90 presuntos delincuentes extranjeros, 55 de ellos originarios de Colombia.
Hace dos años se logró desmantelar una importante red de criminales que drogaban a sus víctimas, Las Goteras VIP. Un grupo integrado en su mayoría por sexoservidoras que dormían a sus clientes con una mezcla de gotas oftálmicas y otros medicamentos, que vertían en sus bebidas alcohólicas para luego robarles sus pertenencias y objetos de valor mientras estaban inconscientes.
El ciclopentolato es un fármaco en gotas usado para tratar infecciones en los ojos; sin embargo, al ser ingerido su efecto es completamente diferente, pues afecta al sistema nervioso central, provocando que la víctima sea incapaz de defenderse del ataque.
Otra sustancia usada frecuentemente por delincuentes es el ácido y-hidroxibutírico, o mejor conocido como GHB o “la droga de la violación”.
Esta sustancia, al mezclarse con el agua, no presenta olor ni sabor.¡Pero además, este tipo de drogas no son detectables en exámenes de laboratorio!
Con un simple descuido en una fiesta, en un bar o en un restaurante, cualquier persona se puede acercar y echarle un par de gotas a las bebidas. Al principio, la víctima siente un estado de alteración, y al poco tiempo experimenta mucho sueño y puede caer en estado de coma y pérdida de la memoria.
Es muy probable que el caso de Pablo, un joven talentoso, preparado y trabajador, tenga relación con este tipo de sustancias. Una verdadera tragedia.
Pero además, nos hace darnos cuenta lo vulnerables que somos todos, ya que estamos expuestos a que en cualquier descuido nos puedan meter algo en nuestra bebida.