Legalizar drogas duras
Australia se ha convertido en el primer país en permitir el consumo de drogas psicodélicas, si son prescritas por un médico psiquiatra, específicamente, como auxiliar en tratamientos de salud mental.
¿Evita la pérdida de más vidas?
Se trata de medicamentos que contengan sustancias psicodélicas como la psilocibina (que se encuentra en hongos alucinógenos) y MDMA (conocido como éxtasis). Lo que se busca lograr es que la gente que sufra de estrés postraumático pueda utilizar MDMA, o quien sufra de depresión use psilocibina.
La autorización de este tipo de sustancias dice que solamente se podrán utilizar bajo supervisión de un profesionista certificado, y esta legalización va de la mano con el control de medicinas a través de la Administración de Bienes Terapéuticos (TGA, por sus siglas en inglés), que sería el equivalente a la Cofepris en México.
Los psiquiatras que quieran recetar este tipo de medicamentos deberán tener una capacitación y aprobación específica de la TGA.
Y mientras en Australia ya están autorizadas para uso médico estas drogas duras, el martes 31 de enero entró en vigor en Canadá un experimento social con el que las autoridades buscan controlar las drogas duras, que están matando a miles de personas suministrándoselas a los adictos para tener control de que no se pasen de la dosis y mueran, y además de trabajar de la mano con tratamientos de rehabilitación.
El problema que enfrenta Canadá con la cantidad de adictos que tienen es alarmante, sobre todo desde la expansión en el consumo de fentanilo.
Este programa involucra una tolerancia a las llamadas drogas duras, consideradas las más peligrosas por su capacidad de adicción, incluyen a la morfina, heroína, cocaína, metanfetamina y fentanilo.
El programa piloto que durará tres años, sólo permite una dosis mínima de sustancia para consumo personal, exclusivamente para mayores de 18 años y sólo aplica en la Columbia Británica, la provincia más golpeada por la epidemia de opiáceos.
En mayo del 2020, durante la primera ola de contagios por la Covid-19, las muertes por sobredosis de drogas duras en esa zona superaron los decesos por contagios de ese virus, sumiendo a esa provincia en una doble crisis de salud.
La muerte por accidente provocado por sobredosis de fentanilo es muy fácil, si se pasa de la dosis por miligramos y se muere de manera inmediata.
Les he platicado en este espacio que, por ejemplo, los narcotraficantes mexicanos que preparan estas drogas como el fentanilo que es inoloro y sin sabor, lo hacen en pequeñas cocinas y para saber si la dosis es correcta, les dan a los indigentes a probar, si éstos fallecen, le bajan la dosis, si no mueren, saben que es la dosis correcta. Un verdadero horror.
Con este programa de salud social, los policías ya no podrán arrestar a los consumidores, tampoco multarlos, acusarlos de portación de sustancias ilícitas ni confiscar la droga, en cambio, recibirán información de los programas sociales para su rehabilitación.
Por cierto, el éxito en la rehabilitación de estas drogas duras es muy difícil, por eso los narcotraficantes buscan mezclar drogas más tradicionales con fentanilo, que es extremadamente adictivo para tener más clientela.
Con este programa, lo que buscan las autoridades canadienses es darles atención a los adictos antes de que se pierdan más vidas.
Para este proyecto destinarán 320 millones de dólares para los próximos tres años, además incrementaron los centros especializados para el apoyo de consumidores y contrataron personal que servirá de enlace entre la autoridad y los programas sociales. Al mismo tiempo, una campaña de información para la población en general, que explica las bases e intenciones de esta ley.
Además, se ha tenido que capacitar a la policía de la Columbia Británica sobre el cambio de reglas y cómo se deben tratar a estos consumidores.
Para el ministerio de Salud, esta iniciativa es una esperanza de quienes buscan una solución para su adicción, pero por miedo o vergüenza no lo logran.
Al mismo tiempo se van a endurecer las penas contra quien produzca o trafique con estas drogas. Este programa podrá tener éxito o no, pero lo que sí es una realidad es que desde hace varios años Canadá combate el consumo de drogas y adicciones de manera integral, y no sólo castigando a los consumidores.
Este programa piloto de drogas duras de Canadá, que hace una exención en la Ley de Sustancias y Drogas Controladas, y el cual es considerado inédito, recuerda al programa que en noviembre de 2020 entró en vigor en el estado de Oregon, en Estados Unidos, que despenalizó las drogas duras y que también legalizó el acceso a hongos alucinógenos para uso terapéutico.
En ese estado, la iniciativa conocida como Medida 110 multa con 100 dólares a quien porte pequeñas cantidades de droga y ofrece cursos de desintoxicación a cambio de no ser arrestados.
Los programas de desintoxicación son financiados con los impuestos recaudados por la venta de marihuana, que es legal en Oregon desde 2014.
Aunque tuvo éxito con este programa al registrar un descenso en los arrestos y en la carga en el sistema de justicia, lo cierto es que menos del 1% de los consumidores aceptó la ayuda de los programas sociales para tratar su adicción.
Pero Canadá y Estados Unidos no son pioneros en la legalización de drogas. En 1999, Portugal legalizó todas las drogas como una medida para reducir las detenciones y los contagios de VIH.
Lo cierto es que el consumo general de drogas en Portugal no tuvo una disminución drástica, pasó de 1% a 0.3%; contrario a lo que pasó con los contagios de VIH, que pasaron de 104 casos por millón de personas en 1999, a 4.5 en 2015.
Legalizar estas drogas para poder lograr una disminución en muertes por consumo tiene que ir de la mano con políticas de salud muy específicas, con programas para adicciones que requieren de mucho dinero y esfuerzo para que sean eficientes.
Cuando se habla de la legalización de las drogas para disminuir la violencia, es un error enorme porque los narcotraficantes se van a dedicar a otros negocios como el robo, extorsión, tráfico de migrantes o personas, entre otros.
Si se piensa en un tema de salud pública y no va de la mano con una política pública muy profunda y de apoyo a los adictos, lejos de funcionar podría provocar miles de muertes más.