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Los documentos desclasificados de Maciel

El influyente diario italiano Corriere de la Sera publicó una serie de documentos desclasificados por el Vaticano que demuestran que desde 1956 se tenía conocimiento de los abusos sexuales de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo.

¿Quiénes y por qué encubrieron al padre Maciel?

Fueron más de cinco décadas en las que sacerdotes de alto rango encubrieron a quien es considerado uno de los mayores depredadores sexuales del siglo XX, un hombre que abuso de niños, seminaristas, tuvo dependencia a drogas como morfina, sostenía relaciones sexuales con mujeres, tuvo tres hijos y creó una orden religiosa secreta y sectaria que también ocultaba su doble vida. Todo esto además de malversar fondos de su grupo religioso.

La publicación del periodista Massimo Franco, también revela cómo varios obispos, cardenales y papas ignoraron las denuncias y sólo tomaron en cuenta los informes religiosos que llegaban a Roma.

Se trata de documentos inéditos del archivo apostólico que revelan que el Vaticano conocía los abusos del fundador de Los Legionarios de Cristo, como en 1956, cuando Pío XII decidió separar a Maciel de Los Legionarios, con instrucciones que incluían que no tuviera contacto con seminaristas.

La apertura de los archivos demuestra que Pío XII, el papa en la época de la Segunda Guerra Mundial tuvo detalles sobre la documentación que llegó entre 1940 y 1950, que demostraban la dudosa moralidad de Maciel.

Entre los documentos el periodista tuvo acceso a uno de octubre de 1956, que señala que Maciel llegó a Roma luego de ser suspendido por el Vaticano como superior de la legión y recibir la orden de desintoxicarse para dejar su adicción a la morfina.

Sin embargo, dos años después, tras la muerte de Pío XII, las sanciones contra Maciel quedaron en el olvido e incluso pudo regresar a la dirección de Los Legionarios de Cristo.

En los documentos revelados, Maciel contaba con un protector en el Vaticano: el cardenal Giuseppe Pizzardo, número 2 de la poderosa congregación para la Doctrina de la Fe.

Y tenía otros aliados durante esos 50 años, ya que después de Pío XII, los siguientes papas: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II decidieron callar.

Platicando con el especialista en asuntos religiosos Fred Álvarez, quien conoce muy bien el tema y ha escrito sobre él, me aseguraba que Juan Pablo II conocía del caso y le había encomendado el asunto al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, quien a su vez se lo asignó a una persona de toda su confianza, el sacerdote maltés Charles Scicluna.

Lo más grave de todo esto es que, ya con las acusaciones en marcha, Juan Pablo II le realizó un homenaje a Maciel: una misa de acción de gracias a la que asistieron unas cuatro mil personas, en la Basílica de San Paolo Fuori le Mura.

Dos días después de estos homenajes se reabrió el caso y un mes después, en enero del 2005, ya muy enfermo Juan Pablo II, Marcial Maciel dejaba de dirigir a los Legionarios de Cristo, con 64 años de edad. Un cargo que debería haber sido vitalicio.

Fue hasta después de que el papa Juan Pablo falleciera que Maciel Degollado fue “invitado” a “retirarse a una vida de oración y penitencia”, sin llevarlo a un proceso canónico, debido a su avanzada edad.

En 2006, con el papa Benedicto XVI, el Vaticano condenó finalmente a Marcial Maciel a una pena menor de “toda una vida de penitencia y oración”.

Las cosas han cambiado mucho y para bien desde la llegada del Papa Francisco al Vaticano, quien ha retirado el silencio en torno a los abusos cometidos por miembros de la Iglesia.

Ha promulgado dos leyes que, entre otras cosas, liquidarán el secreto pontificio, que viene impuesto desde 1972 en asuntos e investigaciones de particular gravedad, en los casos de abusos a menores por parte de representantes de la Iglesia.

Con la nueva norma se trabajó para eliminar la burocracia o trabas en los casos de pederastia y agilizar la tramitación de las denuncias y su posible traspaso a las autoridades civiles en caso de que el país donde se hayan producido obligue a ello, tal y como sucede ya en Estados Unidos.

Ahora, cada uno de estos casos debería de enfrentar la ley del hombre, en vida, solamente así se podrá hacer un poco, aunque sea de justicia para las víctimas de estos abusos sexuales.

Hace un par de años, hubo una denuncia  por abuso sexual de sacerdotes en Chile.

El Papa Francisco en ese entonces ordenó abrir una causa penal ante la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, por inacción de la orden que no ha impuesto ninguna sanción desde que concluyó la primera parte de sus indagaciones sobre las décadas de pederastia en su seno. Algo que sus antecesores no hicieron.

También apoyó que en agosto de 2018, la Fiscalía chilena investigara y sancionara los casos de abusos sexuales cometidos por personas vinculadas a la Iglesia católica.

En México, hace un par de años tuvimos el caso del sacerdote Gerardo Silvestre, quien abusó de más de cien niños en Oaxaca.

En un principio la Iglesia local lo intentó defender y por eso fue trasladado a siete diócesis distintas y en una incluso fue nombrado decano. En todas siguió cometiendo abusos.

El Papa Francisco fue enérgico y no protegió a Silvestre, quien les daba bebidas embriagantes a los menores de edad para después abusar de ellos. No los violaba una sola vez, los abusos eran sistemáticos, y de ahí venían las amenazas para que los menores no abrieran la boca.

Hoy este pederasta está en la cárcel y ha sido sentenciado a 16 años y seis meses de prisión, por el delito de corrupción de menores en su modalidad de inducción a actos sexuales y exposición de filmes pornográficos, tras quedar comprobado que abusó de varios menores entre 2009 y 2010.

En 2019, el Papa Francisco convocó a todos los obispos del mundo para una cumbre sin precedentes en Roma, en donde se trabajó en la protección de menores.

En la Santa Sede se están investigando los casos de abusos sexuales que durante tantos años fueron callados. Para el Papa Francisco este tipo de delitos y el silencio no tienen perdón.

El Papa Francisco ha tomado como prioridad en su mandato, la protección a los niños y las niñas y ha sido muy enérgico contra quienes abusen de ellos.