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Ni Caballeros ni Templarios

 

Toman su nombre de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, que fue una de las más famosas órdenes militares cristianas de la edad media, cuyo propósito original era cuidar la vida de los cristianos que peregrinaban a Jerusalén.

El cártel de Los Templarios surge en el 2011, cuando la mayoría de sus miembros se separan de La Familia Michoacana.

Era diciembre del 2010, y en Apatzingán, Michoacán, se daba el más duro enfrentamiento entre la Policía Federal y el crimen organizado. Tras el combate se informó que había muerto Nazario Moreno, El Chayo o El Más Loco, líder de La Familia.

Semanas después es detenido, se dice que denunciado por su propios ex compañeros, Jesús El Chango Méndez, el otro líder del grupo criminal.

En esa coyuntura, y con Rafael Cedeño, otro importante operador de Nazario Moreno, ya detenido, Servando Gómez La Tuta y Enrique Kike Plancarte se apoderan de la base social de La Familia y forman Los Templarios. Ahora se sabe que lo hicieron con el acuerdo de Nazario Moreno, que en realidad seguía con vida.

La Familia fue un cártel poderosísimo. Logró una asombrosa transformación: pasó de ser un grupo de operadores, primero del cártel de los Valencia y después de Los Zetas, a convertirse en un poderosísimo sindicato criminal con un discurso político-religioso.

Hubo jóvenes que ingresaron engañados a La Familia y luego a Los Templarios, unos con la creencia de que sería una clínica de apoyo para abandonar las adicciones, otros con la idea de que eran cursos de superación, los menos sabían que iban a ser sicarios y operadores de un grupo criminal.

Dentro de la organización les enseñaban la “doctrina” y al inicio de los “cursos” mataban a uno o dos como una especie de aleccionamiento. Una vez que los enrolados conocían la forma de operar del grupo, ya ninguno podía salir.

En 2011, se intensificó la violencia entre los dos cárteles. Los Templarios se quedaron con gran parte del territorio y prácticamente desaparecieron a lo que quedaba de La Familia. También se ampliaron: además del trasiego de la droga, se apoderaron del secuestro, la extorsión y la muy redituable venta de mineral de hierro a los asiáticos.

Por temor, muchos concesionarios de minas dejaron a Los Templarios explotar el recurso o bien les daban los permisos para que el mineral de hierro que exportaban a China, fuera “legal”.

Algunos empresarios que se atrevieron a denunciar simplemente fueron asesinados. Además, las cooperativas locales eran obligadas a transportar el producto “a cambio de protección”, según les decían.

El mineral de hierro era colocado en patios de acopio cercanos al puerto de Lázaro Cárdenas, para así evadir las revisiones del personal de la Marina.

Alimentada por el apetito de los compradores en China, casi la mitad de la actividad minera en la zona fue realizada sin los permisos adecuados en el 2013.

Este año, en el contexto del operativo Michoacán, se decomisaron 119 mil toneladas de mineral de hierro, se aseguraron los patios y las minas están resguardadas.

Con la muerte de Nazario Moreno y ahora de Enrique Plancarte, y con el desmantelamiento de su red de operaciones para exportar minerales, Los Templarios están disminuidos, pero aún operan.

Ahora parecen estar ya cercados: los mandos y sus operadores importantes han sido detenidos con la excepción de Servando Gómez La Tuta, y seguramente están muy cerca de dar con él.

Pero la seguridad, todavía no llega del todo a Michoacán. Si bien es cierta la cifra que da el comisionado en Michoacán, Alfredo Castillo, de que el 50 por ciento de los delitos han disminuido, lo cierto es que restablecer la seguridad en el estado va a ser muy complicado.

Y hay que hacerlo a corto plazo, porque pronto habrá elecciones y entonces el trabajo acertado que se está haciendo en el tema de la seguridad, seguramente se empezará a politizar.

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