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Otro 8 de marzo… nada cambia

Un nuevo 8 de marzo, un nuevo Día Internacional de la Mujer, un nuevo día para unirnos e intentar que se respeten nuestros derechos. Un nuevo día para ejemplificar cómo todos los días del año tenemos que dar la batalla para encontrar oportunidades similares a las de los hombres. Un día más para poner en la mira y visualizar a las más de 10 mujeres que pierden la vida todos los días en nuestro país.

 No se trata de que sea una guerra entre hombres y mujeres, lo que buscamos es que haya igualdad en las oportunidades. No simplemente por el hecho de ser mujer, queremos merecer las mismas posibilidades que los hombres y que se evalúe de igual manera la preparación, la capacidad y el desempeño de uno y de otra.

No buscamos que se nos regale nada, queremos trabajar y poder vivir libre y justamente.

Por eso salimos a las calles, para recordar la desigualdad que existe entre ambos sexos.

En México somos más mujeres que hombres, aun así, los ingresos de las mujeres son muy inferiores.

Por ejemplo, casi 30 por ciento de las mujeres deben de mantener sus hogares, aun así, ganamos mucho menos que los hombres.

Para que una mujer se pueda hacer de una propiedad es muy difícil.

Cuando las mamás y las abuelas decían “la casa tiene que estar a nombre de la mujer”, era un simple dicho. En México son muy pocos los maridos que ponen la casa a nombre de su cónyuge, y a pocas mujeres les alcanza para comprar una propiedad.

Platicando con un amigo notario me decía que la desigualdad en el número de propiedades que tienen registradas los hombres, en comparación con las mujeres, es muy amplia. Los hombres ante el Registro Público de la Propiedad tienen aproximadamente el 70 por ciento de todas las escrituras. Me decía: “es mucho más probable para una mujer firmar un acta de divorcio que una escritura para adquirir vivienda”.

De las mujeres trabajadoras sólo el 42 por ciento es propietaria del inmueble que habita. Cuando los hombres son poseedores en el 91 por ciento de las viviendas que habitan y es mayor el porcentaje de las mujeres que rentan inmuebles.

Más del 50 por ciento de las mujeres obtiene vivienda con el uso de recursos propios a través de la autoconstrucción; sin embargo, en una de cada cinco viviendas en propiedad de mujeres, no se cuenta con escritura, por lo que viven en la incertidumbre jurídica.

En los ejidos también son poquísimas las mujeres que son propietarias. Del total de superficie ejidal o comunal, poco más de 40 millones de hectáreas, la mujer sólo participa con 7.9 por ciento, 3.2 millones de hectáreas.

Menos de 20 por ciento de propietarios de las tierras del mundo son mujeres, según datos de la ONU.

La lucha por la equidad de género se mantiene, pero lejos de haber tenido logros, la violencia contra la mujer no se erradica y se ha incrementado este último año en México.

El delito de violencia familiar —al que se le considera una aproximación a la violencia contra las mujeres— fue el único que presentó un aumento de 5.3% entre 2019 y 2020, informó el Instituto Nacional de Estadistica y Geografía (Inegi).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que cada año, aproximadamente 770 millones de mujeres son agredidas por sus parejas y exparejas en el mundo, una cifra que no desencadena ninguna reacción proporcional por parte de las autoridades.

El agresor aleja a la mujer de sus posibles fuentes de apoyo, como familia y amistades, con el doble objetivo de aumentar el control. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advierte que, en los últimos 12 meses, 243 millones de mujeres y niñas, de edades entre 15 y 49 años de todo el mundo, han sufrido violencia sexual o física por parte de un compañero sentimental.

En 2021, dos mil 540 mujeres fueron víctimas de homicidio doloso, mientras que 922 sufrieron feminicidio por razón de su género, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).

Si las mujeres logramos mejores oportunidades de trabajo, ser dueñas, aunque sea de un pequeño pedazo de tierra que nos dé seguridad, con eso podemos sentirnos más seguras y no tener que soportar la violencia intrafamiliar a la que muchas están expuestas porque si no, no tienen cómo mantener a sus hijos.

Las desventajas para las mujeres en el ámbito laboral son notables. Trabajan mucho, pero el reflejo que tienen en el impacto económico es inferior. Del total de mujeres que están en condiciones de trabajar, sólo 43.6% forma parte de la participación económica de la fuerza laboral, lo que coloca a México por debajo del promedio mundial de mujeres que trabajan.

A nivel nacional, las mujeres ganan 19.2% menos que los hombres por el mismo empleo, mientras que en algunos estados la brecha se profundiza hasta en un 17 por ciento.

Las diferencias laborales se agudizan cuando hablamos de los salarios que perciben las mujeres en entidades como Chiapas, Tlaxcala y Veracruz.

Según el documento “Estados con Lupa de Género 2022″, sólo Baja California y la Ciudad de México son los estados que tienen una calificación aprobatoria, con 62.1% y 64.8% de condiciones favorables para el desarrollo laboral de las mujeres.

A nivel del servicio público, apenas el 23.1% de las alcaldías o municipios en México son liderados por una mujer.

Cálculos del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), una mejor inclusión de las mujeres podría hacer que el Producto Interno Bruto (PIB) de México creciera 15%, al sumar 8.2 millones de mujeres a la economía formal del país hacia 2030.

Este 8 de marzo no se trata de que se nos regale nada por ser mujeres, lo que debería de suceder es que se nos evalúe de igual manera que a los hombres y se nos den las mismas oportunidades, algo que hoy parece imposible en nuestro México.