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Pornovenganza: el crimen

Inició como un juego, un acto de amor y confianza y se convirtió en la peor pesadilla para Ana.

 

Ana Baquedano, una joven oriunda de Yucatán, vivía una relación como cualquiera; su novio era un chavo que conocía desde que eran niños, su primer amor.

A decir de Ana, “era una relación bonita”, se entendían y apoyaban en todo momento.

Cuando tenía 16 años, Ana, enamorada, y su novio, se mandaron fotos sin ropa, una práctica bastante común entre jóvenes en la actualidad, quienes no miden el riesgo de compartir esas imágenes.

El trato era intercambiar fotos de contenido erótico con el acuerdo de borrarlas después de recibirlas.

“Era una selfie, desnudo de cintura para arriba, en el que se ve muy claro que soy yo”. Ana cumplió el acuerdo y ese mismo día borró la foto que le había mandado su novio, pensando que él habría hecho lo mismo.

Tiempo después, como muchos amores juveniles, la relación de Ana terminó. “Él estaba muy enfadado y me acuerdo que empecé a pensar que quizá no había borrado la foto”. Tenía razón, no lo había hecho.

En 2013, cuando Ana Baquedano empezó la universidad, creyó que sus temores habían quedado atrás; sin embargo, su pesadilla apenas comenzaba.

Un día, una amiga le dijo que otra joven le había compartido la foto de ella (Ana) desnuda; que todos ya la tenían en sus teléfonos y no paraban de hablar de eso.

En poco tiempo, la foto se hizo viral. Para Ana, ir a la universidad se convirtió en un infierno. “Si entraba en la cafetería se hacía el silencio y la gente empezaba a murmurar”.

La foto la perseguía a todos lados, era imposible huir de las miradas y los comentarios ofensivos sobre su persona.

Fue entonces que Ana decidió enfrentarse a la situación de una manera diferente. Dio la cara y ella misma fue quien contó su historia. “Cada vez que lo contaba, la historia se hacía más pequeña”.

Al paso del tiempo, Ana fue colaboradora de un programa de concientización del gobierno de Yucatán y más tarde se convirtió en activista contra la pornovenganza.

Su activismo le permitió conocer historias de otras chicas que estaban pasando por la misma situación; unas habían intentado denunciar a sus agresores, pero se toparon con que eso no era un delito.

Y es que entre los casos que escandalizaron al estado se encontraba el de Yucatercos, un sitio dedicado a compartir imágenes de menores de edad desnudas sin su autorización.

Aunque el sitio había funcionado por varios años, fue hasta 2015 que las denuncias de más de un centenar de adolescentes y mujeres de la región desencadenaron el cierre del sitio web y la detención de sus administradores.

Baquedano promovió una ley que regulara el uso no autorizado de imágenes íntimas de otras personas en Yucatán; y lo logró, la propuesta de ley fue aprobada en mayo de 2018, y en agosto entró en vigor en la entidad.

Piden tipificar el delito

Además, Ana Baquedano fundó Consentimiento Digital A.C., su propia asociación para defender a las víctimas de la pornovenganza y para denunciar esta práctica.

Fue así como Yucatán se convirtió en el primer estado en sancionar el sexting, la pornovenganza y la sextorsión.

La pena aplica para quien revele, publique, difunda o exhiba contenido erótico, sexual o pornográfico obtenido con el consentimiento de otra persona, a través de mensajes telefónicos, publicaciones en redes sociales virtuales, correo electrónico o cualquier otro medio.

También será penalizado quien coaccione, hostigue o exija a otra persona con la amenaza de revelar, publicar, difundir o exhibir, sin su consentimiento, contenido erótico que previamente le haya proporcionado.

La ley contempla sanciones de uno a cinco años de prisión a quien revele, publique, difunda o exhiba contenido erótico, sexual o pornográfico de otra persona, aunque lo haya obtenido con su consentimiento.

También penaliza, desde seis meses a cuatro años de prisión, a quien coaccione, hostigue o exija a otra persona, con la amenaza de revelar, publicar, difundir o exhibir sin su consentimiento, contenido erótico que previamente le hayan proporcionado.

En caso de ser menores de edad, la pena aumentará hasta los nueve años de cárcel.

En México 28.5 millones de niños, niñas y adolescentes de entre seis y 17 años son usuarios de Internet, lo que los convierte en el principal grupo de riesgo, según cifras de la División Científica de la Policía Federal.

De acuerdo con datos del Inegi, tan sólo en México, al menos nueve millones de mujeres han sido víctimas de ciberacoso, un tipo de acoso en el que se incluye la pornovenganza, entre otro tipo de prácticas.

Por ello, algunos estados han seguido el ejemplo de Yucatán.

Jalisco es otro de los estados que realizó modificaciones a su código penal para castigar a la persona que divulgue material de contenido erótico o sexual sin consentimiento de la víctima.

También sanciona al adulto que se haga pasar por niño o adolescente para engañar a un menor de edad con fines sexuales, y a quien instigue al suicidio o a la autoflagelación.

Cuando el delito se cometa a través de las tecnologías de la información y comunicación, se le impondrá de cuatro a ocho años de prisión, mientras que la pena será de seis a 12 años cuando se cometa en perjuicio de un menor de edad. Si la víctima es menor de 12 años, la pena podría alcanzar hasta 15 años de cárcel.

Actualmente; Puebla, Jalisco, Veracruz, Chihuahua, la Ciudad de México y Yucatán son los estados que castigan la pornovenganza con hasta seis años de prisión; sin embargo, no ha habido un solo detenido por este delito.

En Coahuila, mujeres activistas emprendieron el camino para concretar la “Ley Olimpia”, la cual surgió por la lucha emprendida hace más de cinco años por Olimpia Coral Melo, quien fue víctima de violencia digital.

La normativa ya fue aprobada en Zacatecas, Puebla y Chiapas.

De acuerdo con información del Frente Nacional para la Sororidad, las entidades donde está proyectado presentar la reforma son Coahuila, San Luis Potosí y Guerrero. En donde ya está en análisis es en Baja California, Guanajuato, Hidalgo, Veracruz, Ciudad de México y Yucatán.

El sancionar a quien haga públicas este tipo de imágenes es algo que tiene que estar en la agenda en el tema legal, pero también hay que crear conciencia para que los jóvenes no manden imágenes que los puedan comprometer.

El que se haga pública una imagen pornográfica puede afectar seriamente a quien aparece en ella; existen casos en los que jóvenes han llegado incluso al suicidio.

La batalla legal de Ana ha sido un trabajo heroico; ahora lo que ella ha logrado se debe replicar en toda la república mexicana.

Me tomaré unos días de descanso,
así que nos encontramos el próximo lunes.