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¿Quién mató a Pablo Escobar?

Se están cumpliendo 25 años de la muerte de Pablo Escobar, el más reconocido narcotraficante de todos los tiempos. Fundador y máximo líder del Cártel de Medellín. El capo colombiano que construyó un imperio multimillonario traficando cocaína, dejó a su paso la muerte de miles de personas, entre ellas de políticos, jueces, periodistas y traficantes rivales.

 

En cierta forma la historia de Pablo Escobar siempre ha estado ligada con el narcotráfico aquí en México. Muchos han querido relacionar la carrera delictiva de Pablo Escobar con Joaquín El Chapo Guzmán. La realidad es que cuando Escobar manejaba el narcotráfico, El Chapo no era ni remotamente alguien reconocido en el negocio.

A 25 años de la muerte de Escobar todavía hay una pregunta que sigue sin respuesta clara. ¿Lo mataron o él se disparó antes de ser detenido? Lo del disparo ha sido una teoría de su hijo, quien asegura que su padre jamás hubiera permitido que lo capturaran.

Hace unos años entrevisté a Juan Pablo Escobar, quien tuvo que cambiar su identidad a la de Sebastián Marroquín, para iniciar una nueva vida en Argentina.

Me decía que él vivía dos realidades: “mi padre era el mejor padre del mundo, y también, el bandido más peligroso del siglo pasado”.

De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica, entre 1988 y 1993, a Pablo Escobar y al Cártel de Medellín se le adjudicaron “15 grandes atentados terroristas” que acabaron con la vida de 105 personas. Sin embargo, la prensa local señala que el narcotraficante es responsable de poner más de 200 bombas y dejar al menos 5 mil 500 personas muertas durante el auge del Cártel de Medellín.

En 1984, Escobar ordenó el asesinato del entonces ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quien había encabezado una agresiva campaña contra el narcotráfico.

“Sin ninguna duda, el peor error que cometió mi padre fue haber querido ingresar a la política, después de que tuvo ese desafortunado paso por la política se empezaron a exponer públicamente sus actividades, eso lo enfrentó de manera determinante con el ministro de Justicia y fue lo que terminó ocasionándole la muerte “, me dijo Sebastián, hijo de Escobar.

Lo cierto es que la muerte de Pablo Escobar parecía algo inevitable luego de su fuga de “la cárcel” de La Catedral, el refugio que el mismo Escobar construyó en lo alto de una montaña en el municipio de Envigado, al sur de Medellín.

“La Catedral era una finca de nuestra propiedad. Se armó toda una pantalla para hacer creer que era del Estado y mi padre termina financiando la totalidad de la construcción de su propia prisión”, me dice Sebastián.

La última vez que Marroquín habló con su padre, fue el 2 de diciembre de 1993, el día de su muerte.

Existen diferentes teorías sobre la muerte de Pablo Escobar; la oficial afirma que fue obra de la policía colombiana. Según esta versión, fue el comandante de la policía Hugo Aguilar, quien ejecutó al capo de la droga.

La operación que acabó con la vida de Escobar fue efectuada por la policía, las fuerzas armadas y un grupo creado para localizarlo, el Bloque de Búsqueda. Además, la DEA y el FBI habrían ayudado a las fuerzas colombianas para encontrar al líder del Cártel.

Se dice que una llamada realizada a las 13:00 horas del 2 de diciembre de 1993, logró ser rastreada y ubicada por los agentes de inteligencia que lo perseguían. Escobar, que acababa de comer un plato de espaguetis, se había quitado los zapatos y se había tirado a la cama para hablar por teléfono cuando escuchó un ruido y le pidió a su escolta que echara un vistazo.

Al abrir la puerta y ver a los presuntos “policías”, Limón, su escolta, salió disparando para que su jefe tratara de escapar. Escobar huyó por una puerta trasera y subió al techo de la casa donde recibió 12 balazos, uno de ellos fue detrás de su oreja izquierda.

Pero hay otra versión de su asesinato.

Los Pepes, perseguidos por Pablo Escobar, fue una alianza entre el grupo paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), dirigido por los hermanos Castaño, antiguos socios del capo y la cúpula del Cártel de Cali, que siempre habían querido acabar con Escobar.

Ellos contaron una versión muy distinta y se atribuyeron el mérito del asesinato del capo.

Según miembros de Los Pepes, su papel fue crucial en el debilitamiento del cártel que en su momento controlaba el 90% del tráfico de cocaína mundial.

La necesidad de acabar con Escobar, llevó a las autoridades colombianas a mantener contacto con Los Pepes, quienes cometieron brutales asesinatos contra los que ayudaron a Pablo Escobar; tal y como afirma Diego Murillo, un paramilitar y narcotraficante conocido como Don Berna, en su libro Así matamos al Patrón (2014).

Sobre estos personajes, Sebastián me contó: “Sin duda, la muerte de gran cantidad de seres queridos, de amigos, de desapariciones forzadas, de torturas y de masacres, estimo que no menos de tres mil personas murieron por parte de estos grupos patrocinados por el Estado para perseguir a mi padre”.

Don Berna asegura que la bala que perfora el cráneo de Escobar la disparó su hermano Rodolfo, alias Semilla. El paramilitar, quien en 2008 fue extraditado a Estados Unidos por tráfico de drogas, asegura que su organización mantuvo contactos con la policía durante toda la etapa de búsqueda de Escobar.

Asegura que fueron Los Pepes quienes acorralaron y detectaron a Pablo Escobar y no el Grupo de Búsqueda.

Escobar “subió al segundo piso, pues allí había una pequeña ventana que daba al techo de una casa vecina. Pablo corría por el techo cuando mi hermano llegó a la ventana, le apuntó y le disparó en la cabeza con su fusil M-16 calibre 5.56”, cuenta Don Berna.

Otros miembros de Los Pepes declararon que el disparo fatal lo hizo Carlos Castaño, un conocido líder de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Pero no son las únicas dos versiones, hay una tercera.

En la entrevista que le hice a Sebastián Marroquín, me dice que su padre se dejó atrapar para salvar a su familia: “A mi padre nunca lo encontraban porque jamás utilizaba el teléfono, el día que lo utilizó lo encontraron. Con plena conciencia de sus facultades mentales llamó para que lo detectaran y así nos liberaran, entregando su vida. Ése fue uno de los más grandes actos de amor de él por su familia”.

Una de las frases más conocidas de Escobar era, “preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos”, y “a mí nunca en la gran puta vida me van a atrapar vivo”.

Para Sebastián, el suicidio de su padre es más que evidente. “Es una información que dan los médicos forenses que realizaron la autopsia, sólo que fueron amenazados por la policía para que cambiaran el resultado final del informe. No le doy gran importancia al tema del suicidio, sí ocurrió, entiendo que para las autoridades era como otra derrota más que Pablo Escobar les aplicaba a ellos, pero para mí está muerto, creo que el objetivo que ellos tenían se cumplió, no importa quién haya disparado”.

Pero el calvario para la familia de Escobar no terminó con su muerte, ya que existió una traición de sangre.

Sebastián me platicó que tras la muerte de su padre “comienza una muy fuerte presión de parte de las autoridades y de Los Pepes para quitarnos todos los bienes que habíamos heredado, con el fin de recuperar lo que habían invertido, vinieron a cobrarlo a punta de pistola y se lo llevaron íntegro”.

Pero la traición que más le dolió fue la de su propia abuela materna.

“La familia de mi padre lo había vendido a los cárteles con anterioridad a su muerte. Mi abuela vendió a mi padre, y mi tío, su hermano mayor (…) Imagínate ver a tu abuela paterna decir: ‘todavía no lo maten, esperen a ver cómo nos vamos a repartir los bienes que él va a dejar’”.

Sebastián me comenta que una reunión que sostuvieron  de manera sorpresiva Miguel Rodríguez, enemigo de Escobar Gaviria  intervino a su favor: “lo que Pablo decidió en vida que era para sus hijos va a ser para ellos (…) Hoy tengo mayor gratitud por los jefes del Cártel de Cali, archienemigos nuestros, que por mi propia familia, porque nos trataron con más decencia que nuestra familia”.

 

Las historias de narcotraficantes nunca terminan bien y la de Pablo Escobar no fue la excepción. A 25 años de su muerte todavía hay muchas incógnitas.