Resultó mentira
Hace una semana escribía en esta columna la historia que había narrado una joven doctora que trabajaba en un hospital público en Zamora, Michoacán. Mere Balanzar Esquivel contaba que había sido secuestrada, llevada a una vivienda abandonada y atacada de una manera brutal.
Decía que la habían obligado a tomar unas pastillas con las cuales en unos minutos se le habían dormido los pies y las manos. Explicaba que con los ojos morados e hinchados había podido ver como le brotaba la sangre. Tenía cortes en el vientre y en otras partes del cuerpo.
Y todo por haber sido acusada de una presunta negligencia médica. Después de la investigación la realidad salió a la luz. Resulta que esta mujer se autosecuestró y se hizo las heridas con tal de llamar la atención de su ex pareja que la había abandonado.
Las pruebas realizadas demuestran que tiene un problema psicótico, lo cual quiere decir que su estado mental pierde contacto con la realidad. Una mujer psicótica puede presentar una conducta autodestructiva, en la que lo único que le importa es conseguir su objetivo a costa de lo que sea, aunque atente contra su propia vida.
Lo que esta mujer deseaba, sin duda, era llamar la atención de su ex pareja manipulándolo para que regresara con ella. Afortunadamente esas conductas son poco frecuentes. Lo que sí resulta un riesgo alto es ser médico en muchas zonas del país.
En los últimos años se han retirado las plazas de servicio social que tenían algunos doctores en zonas como Michoacán y en Tierra Caliente, en Guerrero. En muchos sitios han prohibido que mujeres lleguen a trabajar por el riesgo que existe o por los abusos que han sufrido quienes ocupaban esas plazas anteriormente.
En otros lugares donde debería haber un solo médico están asignando a dos, para que no estén solos, lo que ha provocado que en otros centros de salud no haya quien atienda.
Casos como el de Mere desvirtúan el arduo trabajo y el riesgo que asumen miles de doctores en todo el país. No se tienen cifras exactas de cuántos médicos han sido secuestrados para atender a personas del crimen organizado, pero sí tenemos la cifra de 2013, cuando hubo 100 médicos que fueron plagiados en Morelos. Si replicamos los números a otros estados del país, el número es muy alto.
Ahora sabemos que Mere durante los días que, dice, estuvo plagiada, se mantuvo escondida en un hotel de la ciudad de México, tiempo en el que efectuó llamadas telefónicas a su ex pareja para que acudiera a rescatarla y se infligió lesiones en los senos y el pubis, las cuales ella misma suturó.
Para simular este plagio, regresó a Zamora y compró una cadena, un candado, un frasco de pintura, cinta canela y una brocha.
Cuando se dio cuenta que su ex pareja sentimental no acudía a rescatarla, ella misma escribió el mensaje para asustar a sus compañeros ginecólogos. Hoy se sabe, después de 28 declaraciones ministeriales y 15 dictámenes periciales, entre ellos los de psicología, que esta mujer se autosecuestró.
Sin embargo, eso no puede ocultar la realidad. Hay cientos de médicos que sí han sufrido estas agresiones de verdad, y algo mucho más serio se tendría que hacer para preservar su seguridad.
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