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Si el INE sólo organizara la elección, el aprecio a la institución sería mayor: Woldenberg

Si alguien conoce el tema electoral es José Woldenberg. Platicamos junto con Jorge Fernández Menéndez, con quien estuvo al frente de la institución electoral, el IFE, en la elección del 2000, cuando se da la primera alternancia con el triunfo de Vicente Fox.

 

Pregunta: Cuando uno compara las elecciones, la del 2000, incluso la de 2006, pareciera que ahora tenemos una situación más compleja que la hace muy difícil.
JW: Creo que lo más complicado es que hay un desencanto muy grande con la vida pública en nuestro país, yo recuerdo las elecciones del 80, por ejemplo, que eran muy asimétricas, pero había la ilusión, la esperanza de que por la vía electoral las cosas podían mejorar, no digamos las elecciones del año 2000. Pero creo que hoy hay un humor público muy agrio, y creo que lo que valdría la pena es reflexionar sobre los nutrientes de ese humor.

Pregunta: ¿Y no viste en el 2000 este humor social?
JW: No, yo creo que ahora fenómenos como la corrupción, la violencia, la inseguridad, el déficit que tenemos en materia de crecimiento económico y que hace que millones de jóvenes no tengan expectativas venturosas de futuro, todo eso creo que ha ido carcomiendo el humor público…

Pregunta: El desencanto en la democracia como sistema…
JW: El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ya hace más de 10 años lo detectaba y temía que se pudiera convertir en un desencanto con la democracia y yo creo que en ese límite estamos, afortunadamente no hay fuerza política relevante, corriente de opinión o académica que no diga que la única fórmula que tenemos los mexicanos para convivir y competir de manera institucional y pacífica es el formato democrático, lo cual incluye a las elecciones, y yo creo que eso es un basamento muy fuerte.

Pregunta: ¿No te preocupa, por ejemplo, que Andrés Manuel se refiera constantemente a los mecanismos de democracia directa o que diga: “hay dos democracias diferentes”, una democracia directa, además de la representativa?
JW: Las democracias son representativas, aunque solamente fuera por las dimensiones de la sociedad, como decía Carlos Pereyra hace ya más de 30 años: “La democracia es siempre formal, es siempre pluralista, es siempre política, y es siempre representativa”, por supuesto que se pueden introducir fórmulas de democracia directa, es más, la propia Constitución ya plantea la posibilidad de consultas, que deben celebrarse el mismo día que las elecciones federales, y yo creo que esas fórmulas podrían recargar de sentido a nuestras propias elecciones, pero tienen que ser reglamentadas, es decir, no son fórmulas que se puedan activar por capricho, pero fórmulas de democracia directa no pueden reemplazar a lo otro.

Pregunta: Cuando estuviste al frente del IFE tenían una ley que se hizo valer y se dio la alternancia, pero ahora la ley es cada vez más compleja, podría tener más problemas para poder salvaguardar una elección, ¿o no?
JW: La elección corre y corre bien, pero, en efecto, tenemos una legislación excesivamente barroca. Estoy convencido de que el INE de hoy hace las tareas estrictamente electorales mejor que el IFE de ayer; ahora bien, al INE se le ha venido sobrecargando de facultades y tienden a erosionar al instituto, ¿A qué me refiero?, por ejemplo, el INE es una autoridad administrativa, sigo sin entender por qué tantos conflictos llegan al INE si tenemos un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y 32 tribunales locales. Los tribunales se hacen para dirimir conflictos. Si el INE estuviera dedicado exclusivamente, o fundamentalmente para no exagerar, a la organización electoral, seguramente el aprecio que se tendría por esa institución sería mayor.

Pregunta: Es obvio que existe una división entre el Tribunal Electoral y el INE.
JW: Puede haber, eso está en el código genético del diseño institucional. Es un doble candado de seguridad, porque en efecto una autoridad como cualquier otra se puede equivocar, entonces está muy bien que los partidos, los candidatos, o quien se sienta agraviado pueda ir a un tribunal, y por supuesto, desde el diseño esa tensión puede existir, porque el tribunal tiene la posibilidad de confirmar o modificar la resolución.

Pregunta: Lo que sucede es que desde la reforma de 2014 no deja de ser ni absolutamente centralizado ni descentralizado, la cantidad de atribuciones y la cantidad de temas que llegan al INE, incluso al propio Tribunal, es imposible casi de manejar.
JW: Bueno, nosotros teníamos un sistema descentralizado, es decir, el Instituto Federal Electoral organizaba las elecciones de Presidente, diputados y senadores, y los institutos locales organizaban las elecciones de gobernador, Congreso local y ayuntamientos, la división de facultades era clarísima, y hasta donde yo alcanzo a ver ese sistema funcionaba.
Es cierto, había algunos institutos electorales locales que habían sido cooptados por los gobiernos en turno, pero hubo una especie de aceleración y queriendo componer eso se planteó un sistema totalmente centralizado, es decir, el INE. Ésa era la propuesta original del PAN y PRD, el INE se iba a encargar de todas las elecciones, bueno, luego de las negociaciones quedó un sistema híbrido, el INE existe y siguen existiendo los institutos locales.

Pregunta: ¿Y qué pasa ahí?
JW: En la Constitución están sus facultades pero se estableció una facultad potestativa del INE y puede derivar facultades a los institutos locales o atraerlas. Por mandato de ley nombra a los consejeros de los institutos y puede removerlos, y yo digo que ese verbo “podrá” es el que genera muchísima incertidumbre, hasta antes de esa reforma, todo el mundo sabía qué le tocaba a cada quien, bueno, pues ahora gracias a ese “podrá” hay una zona de incertidumbre.

Pregunta: Quizá lo que ha sucedido es que hemos complejizado tanto el proceso, que termina por ser la propia limitante para que sea mucho más transparente.
JW: Te pongo un ejemplo de cómo ha evolucionado este barroquismo. Cuando se empezó a discutir el tema de la equidad en la contienda, la verdad es que lo que se buscaba era tener un piso de equidad y se activaron dos palancas muy poderosas, la del dinero público para los partidos, que sin duda equilibró las condiciones de la competencia; y el acceso de esos partidos y sus candidatos a la radio y a la televisión, y realmente a partir de 1997 hay un piso parejo, pero es eso, un piso de equidad.

 

“Las elecciones del 80 eran muy asimétricas, pero había la ilusión de que por la vía electoral las cosas podían mejorar, no digamos las del 2000. Pero creo que hoy hay un humor público muy agrio”

 

Pregunta: ¿Es necesaria una nueva reforma electoral para liberalizar probablemente el sistema y volver a equilibrarlo?, por una parte, y dentro de eso, ¿no tendríamos que pensar seriamente en una segunda vuelta? Buena parte de lo que estamos discutiendo y de lo que estamos viviendo ahoram con una segunda vuelta quizá estaríamos en otro escenario.

JW: Yo creo que después de estas elecciones sí valdría la pena volverse a sentar y pensar qué asuntos hay que ajustar de la legislación electoral para intentar volver a lo básico. En relación a la segunda vuelta, yo incluso he escrito a favor para los cargos de carácter ejecutivo, pero que debería de ir acompañado también de una reforma a la fórmula de integración de la Cámara de Diputados y Senadores, tratando de que hubiera representación proporcional y estricta, es decir, que si un partido político obtiene 20 por ciento de la votación, acabe teniendo el 20 por ciento de la representación; si saca el 50, que tenga el 50 de los asientos; hoy sigue habiendo un premio del 8 por ciento.
El Senado, por qué no ir a la elección de cuatro por entidad, también con el criterio de representación proporcional. Si esas dos cosas sucedieran, es decir, esa reforma en la representación en la Cámara de Diputados y Senadores, yo creo que en efecto la segunda vuelta para los cargos ejecutivos nos serviría para que nadie llegue a un cargo ejecutivo con mayor rechazo que apoyo.

Pregunta: Para los números que tenemos, el próximo Presidente de México va a llegar con 30% de los votos.
JW: Nuestros tres últimos presidentes han sido de minoría, porque así está nuestra Constitución, por eso mismo si uno voltea hacia el pasado y si piensa que las fuerzas están muy equilibradas, pues vale la pena pensar qué le conviene al país, y yo creo que al país sí le convendría una segunda vuelta, siempre y cuando en la primera ninguna alcanzara un determinado porcentaje de votos, normalmente es el 50 por ciento más 1, y cuando la diferencia, no sea mayor del 10 por ciento o una cosa de ese tipo. Yo creo que por lo menos nos deberíamos dar el lujo de discutirlo después de esta elección, porque probablemente tengamos una serie de movimientos muy importantes en los partidos políticos.