Sinaloa, la tierra del Mayo
En las pasadas elecciones, pocos estados tuvieron tantas irregularidades y tantas denuncias como las que se presentaron en Sinaloa. Pero allí, la operación, más allá de algunos hechos violentos muy puntuales, fue muy diferente: se operó sobre la jornada electoral en sí, demostrando que los grupos criminales tienen un control amplio de los personajes involucrados y de cómo neutralizarlos.
Hubo algunos eventos tradicionales, como el robo de urnas, sobre todo en Los Mochis, pero lo importante, como decíamos, es que, en la jornada electoral, el cártel de Sinaloa neutralizó por completo la operación de los candidatos de la alianza PRI-PAN -PRD, que de estar en una situacion muy cerrada con Morena en todas las encuestas, termino perdiendo por un amplio margen. Lo cierto es que esa alianza fue descabezada porque en la noche del sábado anterior a las elecciones se secuestró al secretario de organización electoral del PRI, José Alberto Salas Beltrán.
Inmediatamente después, fueron secuestrados todos los operadores de la estructura electoral de la alianza y muchos representantes de casillas en los distritos más disputados. Ninguno de ellos fue excesivamente maltratado ni golpeado. Los retuvieron y fueron liberados entre el domingo en la noche y el lunes, una vez concluida la jornada electoral.
Es la mejor demostración de cómo opera, por lo menos en su tierra, el cártel de Sinaloa, por lo menos las fracciones relacionadas con Ismael El Mayo Zambada. Para imponer su voluntad y dejar explícitos sus acuerdos no siempre necesita recurrir a la fuerza. Puede levantarse en armas como ocurrió con el culiacanazo cuando se intentó detener a Ovidio Guzmán Loera, pero también cuando hace falta puede influir en forma contundente, aunque sigilosa, para determinar el resultado de una elección.
Por supuesto nadie puede afirmar que esa intervención determinó los resultados finales en esas elecciones, pero sin duda, sin ella la diferencia entre las dos coaliciones no hubiera sido tan amplia. Del gobierno del estado ante esos hechos no hubo noticias. El entonces gobernador Quirino Ordaz hoy es embajador de México en Madrid. El actual gobernador Rubén Rocha jamás ha hablado públicamente del cártel de Sinaloa ni de lo ocurrido en la jornada electoral.
Pero volvamos al cártel de Sinaloa y su situación en ese estado que determina sin duda la de la seguridad de la propia entidad. Sobre todo en Culiacán y Mazatlán la gente no vive bajo la amenaza constante del narco, y la seguridad es bastante eficiente. Incluso la prosperidad de muchos sectores es inocultable. En cada visita a esas dos ciudades nos encontramos con nuevos desarrollos, nuevas agencias de automóviles, nuevos edificios.
El negocio de la metanfetamina
Porque no es un secreto decir que esa organización es la que controla mucho de lo que sucede en esas ciudades. Esa forma de operar deviene también de la experiencia y el peso histórico de estos grupos. Por supuesto que en todo esto también hay diferencias: una es la forma en que opera El Mayo Zambada con sus sólidas relaciones políticas y económicas en la entidad y otra, por ejemplo, la forma en que trabajan los Chapitos, los hijos de Guzmán Loera, más violentos y agresivos.
Lo cierto es que, mientras tanto, luego de las cruentas guerras que libraron en los dos sexenios pasados contra los Arellano Félix, el cártel de Juárez y los Zetas, hoy los grupos del cártel de Sinaloa no sólo controlan ese estado sino también las plazas de sus principales adversarios, en forma destacada Juárez y Tijuana. Se ha logrado diversificar hasta convertirse en el principal productor e introductor de nuevas drogas como el fentanilo, y a través de ello controla muchas otras organizaciones menores. No es que no recurra a la violencia: la virulencia de los enfrentamientos en Zacatecas, por ejemplo, son una demostración de ello, pero en su estado trabajan de forma mucho más “política”. Ése es el tipo de control que establecen.
Por su actual situación no se comprendería ese control sin un esquema de acuerdos y alianzas con muchos factores del poder local. Y ese es el enorme riesgo que esa relación conlleva. Si existe, como ocurre en Sinaloa, una prescindencia casi absoluta de enfrentamiento al cártel dominante y las autoridades ni siquiera tratan de contenerlo sino de convivir con él, el siguiente paso, que no está demasiado lejano, es que todo el control termine siendo suyo: ¿para qué compartir algo que ya se tiene? Y como decían los viejos políticos, el poder no se comparte.
Más aún cuando las redes internacionales del CDS abarcan muchos países y eso influye también en el estado. El cártel que encabeza El Mayo compra sus drogas en Asia y en América del Sur, comercializa en Estados Unidos y Europa (aunque han aparecido células suyas en lugares tan alejados como Australia o Malasia), maneja recursos en los cinco continentes. Trabajan con los funcionarios que se corrompen en China o India, pero también con los guerrilleros disidentes de las FARC y el ELN en Colombia y tienen buena relación con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, que maneja el llamado cártel de los Soles.
Para operar y llegar a Europa realiza negocios de drogas y armas utilizando rutas del África Occidental.
En el Triángulo Dorado, entre los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua tiene su principal base de operaciones, allí proliferan los cultivos ilegales y laboratorios clandestinos, allí se protegen también sus líderes. Se trata, sin duda, del cártel más poderoso de México y uno de los más poderosos del mundo. ¿Qué le costaría controlar políticamente un estado?