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Sinaloa, sin grito y bajo fuego

Desde el pasado 25 de julio, tras la detención de Ismael El Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López, los enfrentamientos y asesinatos en Sinaloa se han incrementado dramáticamente. 

Y es que el Cártel de Sinaloa se ha fragmentado, primero con la detención de Joaquín El Chapo Guzmán y Dámaso López. Ahí empezó la confrontación entre los hijos de ambos. Fue tal  la disputa que el propio Dámaso le sugirió a su hijo entregarse a la justicia estadounidense para que no lo mataran en México, y pactando con las autoridades de ese país su pena no sería corta, cosa que sucedió.

Luego, el hermano de El Chapo Guzmán también quizo tomar el control y se enfrentó con los hijos del narcotraficante.  

Hace poco más de seis años los hijos de Guzmán Loera empezaron a trabajar con la producción y tráfico de nuevas drogas, como el fentanilo, que les dio muchos recursos para poderse fortalecer dentro de la institución.

Ahí empezaron a tener conflictos con Ismael El Mayo Zambada, quien a lo largo de 50 años había trabajado muy diferente a como lo hacían los hijos de El Chapo.

Si bien El Mayo Zambada fue un sanguinario narcotraficante que acabó con la vida de muchos de sus adversarios, como buen viejo en el mundo del narcotráfico sabía cuándo ejercer violencia y, sobre todo, cuándo manejar un bajo perfil y llegar a acuerdos, cosa que los hijos no supieron hacer.

Las traiciones dentro del Cártel de Sinaloa han empezado una nueva ola de violencia, particularmente en Sinaloa. Los grupos criminales se están ajustando a su nueva realidad. Esta realidad que hoy incluso llega a las autoridades municipales que le brindan protección al cártel. Ahora, ¿de qué lado están? Ahí se libra otra batalla paralela.

Este 15 y 16 de septiembre, en Sinaloa, la fiesta de la Independencia tuvo que ser sin público; el temor a nuevos ataques es una realidad. En estas últimas semanas han habido decenas de asesinatos, balaceras, bloqueos, quema de vehículos y atentados entre criminales y contra las fuerzas de seguridad.

Llamó la atención que este pasado sábado 15 de septiembre, a las 23:00 horas, el gobernador del estado, Rubén Rocha Moya, encabezó la ceremonia del Grito de Independencia en el Edificio de Gobierno, ubicado en el centro de Culiacán, mientras la explanada estuvo vacía, bajo resguardo de elementos del Ejército Mexicano.

La plaza pública lució sin gente y desangelada. Días antes, desde el 12 de septiembre, el gobernador anunció que se suspendían los festejos patrios y que la celebración oficial sería sólo con miembros de su gabinete y los miembros de la banda de guerra. Y es que no hay condiciones en el estado por la violencia para poder hacer un festejo.

Culiacán es el epicentro de una guerra desatada por narcotraficantes y se extiende a otros municipios, como Concordia, Elota y Mazatlán, que desde el pasado 9 de septiembre han visto cómo su vida cotidiana fue ensombrecida por las constantes detonaciones de armas de fuego.

La situación se agrava porque los productos y alimentos escasean, tiendas de abarrotes no cuentan con lo básico debido a que los camiones de carga no pueden entrar a Culiacán por los constantes enfrentamientos.

Mientras continúe la disputa entre las dos facciones del cártel que fue durante años hegemónico en Sinaloa, la violencia no cesará. Hoy, estos grupos criminales apenas están empezando a tratar de entender qué va a suceder con ellos tras la detención de El Mayo Zambada, que, de cierta manera, ponía orden entre estos grupos. El Mayo era una especie de “padrino” y era respetado por muchos de estos narcotraficantes.

Y es que las agresiones no finalizaron con el Grito de Independencia. A primeras horas del lunes 16 de septiembre, la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa dio a conocer que se suscitaron  más balaceras y enfrentamientos, uno de ellos fue una agresión a personal militar por civiles armados en La Campiña, Culiacán.

No es el único caso. Reportes oficiales indican que en tan sólo siete días han sido asesinadas al menos 30 personas, cinco de ellas fueron abandonadas afuera de una bodega, sobre la carretera México-Nogales, el pasado 15 de septiembre. Tenían las manos atadas y sombreros en la cabeza.

A un costado del Fraccionamiento Acueducto localizaron el cuerpo de un hombre en proceso de descomposición; tenía las manos esposadas a la espalda e impactos de bala.

Dos cuerpos más fueron hallados en las colonias Miguel de la Madrid y Fraccionamiento Acueducto, en Culiacán, mientras que en el municipio de Elota hallaron a tres personas asesinadas en hechos diferentes.

Una joven de 19 años recibió varios impactos de bala mientras un comando privaba de la libertad a tres hombres, en total 32 personas han sido secuestradas o “levantadas” en más de una semana.

Hasta hoy, el reporte es de 11 personas lesionadas por disparos de arma de fuego, de las cuales, nueve son hombres y dos son mujeres.

En cuanto a los bloqueos, la carreta que va a Villa Unión fue obstruida con ponchallantas y un tráiler incendiado la tarde y noche del domingo, lo que impidió que decenas de habitantes pudieran trasladarse a Mazatlán.

Incluso la banda musical Los Recoditos terminó dando un concierto en plena carretera luego de quedar junto a otros automovilistas detenidos por el bloqueo orquestado por una de las facciones del Cártel de Sinaloa.

Más de 35 vehículos, tanto particulares como de carga, han sido tomados por los grupos criminales para quemarlos y usarlos como obstáculos, uno de ellos incluso fue saqueado por los mismos habitantes, quienes aprovecharon el caos para llevarse los productos que transportaba el tráiler.

Los ataques no sólo fueron en caminos o fraccionamientos, también reportaron que fueron vulneradas las páginas de Internet del Colegio de Bachilleres de Sinaloa y el Sistema de Administración Tributaria Estatal.

El grupo que se adjudicó estos ciberataques se hace llamar Nuevo Virus, y los mismos ocurrieron poco después de las seis de la tarde del 15 de septiembre, que fue cuando los sitios oficiales empezaron a reportar fallas.

Pese a todos estos hechos, la semana pasada autoridades de Sinaloa minimizaron la situación, al indicar que no se podía hablar de jornadas completas de violencia. Para ellos, se trataba de episodios focalizados en ciertos puntos, principalmente en Culiacán, donde, según las mismas autoridades, se trataba sólo de ajustes de cuentas entre criminales.

Y también el Presidente López Obrador ha minimizado los hechos de violencia en el estado de Sinaloa.

La realidad que se vive hoy en ese estado es de un aumento de violencia y descontrol absoluto. Hechos que no se pueden negar.