Tlahuelilpan: el Estado sin Fuerza
Una verdadera tragedia es la que se vive desde el viernes pasado por la explosión en una fuga de toma clandestina localizada en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo.
Hasta el momento de escribir estas líneas son ya 85 muertos y decenas de heridos los que ha dejado esta explosión. Muchos de los heridos todavía están en situación crítica y hay cuerpos que, por el grado de calcinación, no han podido ser identificados. Son varios los niños que han sufrido daños, entre ellos un chiquito de 12 años, quien hoy lucha por su vida.
Lo más grave de todo es que este hecho se pudo haber evitado.
Casi dos horas antes de la explosión, a las 17:04 horas, se recibió un reporte de fuga al número de emergencias 911. Al lugar acudieron personal de Seguridad Pública del municipio, Policía Estatal, Policía Federal y efectivos del Ejército.
Pero eran cientos de pobladores que intentaban llevarse bidones de gasolina y no le hacían caso a las autoridades. Y sí, hay que reconocer: las personas que estaban cerca de la zona de la explosión se encontraban ahí porque se estaban robando la gasolina.
¡Y es que la instrucción para las fuerzas de seguridad ha sido no enfrentarse con la población!
Durante la conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional, el secretario de la Defensa Nacional, el general Luis Cresencio Sandoval, señaló que los efectivos militares que se encontraban en el lugar intentaron disuadir a la población para que se alejara de la zona; sin embargo, seguía llegando gente e, incluso, se tornaron agresivos, por lo que decidieron replegarse a un costado del sitio para evitar que se diera una confrontación.
“Es difícil que 25 hombres pudieran detener a 600 u 800 personas, y más si los pobladores están convencidos de que deben ir por el producto. Al verse rebasados completamente por la cantidad de gente que está enfrente de ellos, lo mejor para ambas partes es retirarse”, señaló el general.
Por su parte, el Presidente López Obrador también aprobó la actuación del Ejército: “Actuó bien el Ejército… (por) la información que tengo y coincide con el reporte. No era posible detener a las personas, eran muchos y se actuó con prudencia… No podemos reprimir, porque el detener significa desatar una represión; además, es muy riesgoso y no se tenían todos los elementos”.
La gente debería de sentir que si se roba gasolina y si no le hace caso a las autoridades va a ser sancionada. Pero sabe que puede hacer lo que quiera porque si la sancionan, utiliza mecanismos para decir que el Estado los reprime.
La verdad es que para eso está la fuerza del Estado, sobre todo para salvaguardar a la población y para no permitir robos. La zona donde se dio la explosión era de alto peligro. Después de dos horas de fuga de gasolina con esa presión, mucho combustible ya estaba gasificado y esparcido a lo largo de un amplio espacio y con cualquier celular o motor de coche pudo explotar. Incluso con la fricción de la ropa, como lo explica el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, en una primera hipótesis:
“En el momento del siniestro ese ducto estaba cargado con gasolina de muy alto octanaje, eso genera una serie de gases de una gran letalidad y, por tal razón, en el momento en que las personas empiezan a acercarse y a moverse de una manera multitudinaria alrededor de esta zona, que estaba cargada de gases, muchas de las personas usan ropa de contenido sintético que tiene también la posibilidad de generar reacciones eléctricas”.
Y también tiene razón el secretario de la Defensa Nacional, el general Luis Cresencio Sandoval, cuando afirma que pocos militares no pueden controlar a toda una población.
Ya el pasado 13 de enero, a tan sólo 10 kilómetros de donde se dio esta explosión, algunos pobladores de Santa Ana Ahuehuepan, en Tula de Allende, Hidalgo, secuestraron a tres elementos del Ejército mexicano que cuidaban los ductos y tres días después los liberaron.
El enfrentamiento provocó que cerca de 200 pobladores salieran de sus casas con armas de fuego, palos, tubos y piedras para defender a los huachicoleros.
Fue entonces que la turba logró retener a tres militares, quienes fueron golpeados y desarmados; incluso, amenazaron con quemarlos vivos. Finalmente, los soldados fueron liberados. Nadie fue detenido como responsable del secuestro de estos elementos.
Las imágenes tomadas minutos antes de la tragedia son impresionantes: muchos de los pobladores literalmente nadando en una alberca de gasolina. La fuga con tanta presión parecía una fuente.
En las imágenes previas a los hechos se puede observar en un video cómo un presunto huachicolero “reta” a las autoridades: “Pa’que no les digan y no les cuenten p… iren, aquí estamos”, se escucha decir a un hombre, mientras graba cómo varias personas recolectan la gasolina que brotaba como fuente, en cubetas y bidones.
Y de este tipo de fugas son muchísimas. En 2018 el Ejército identificó seis mil 333 piquetes a ductos de Pemex. Estas perforaciones las puede hacer cualquiera, tan sólo utilizan picos y palas para llegar a los ductos, instalan una válvula o una manguera. Lo peligroso es que estos ductos generalmente llevan mucha presión y la gasolina se sale y se gasifica. Con cualquier fuente de calor puede explotar.
De acuerdo con la información, el Ejército tiene focalizada la ordeña en 40 municipios de Tamaulipas, Guanajuato, Baja California, Sinaloa, Jalisco, Veracruz, Hidalgo, Edomex, Tlaxcala, Puebla, Morelos y Michoacán.
Por otra parte, desde que el Gobierno federal inició su estrategia contra el huachicoleo el ducto Tuxpan-Azcapotzalco, que transporta gasolina a la Ciudad de México, ha sido perforado al menos cuatro veces.
Pemex, por su parte, reconoció que carece de los recursos para hacer frente a los sabotajes a la red de ductos y robo de combustible por parte de los cárteles de Sinaloa, del Golfo, Jalisco Nueva Generación y Los Zetas, que tienen presencia a lo largo del poliducto que atraviesa 30 municipios de los estados de Veracruz, Puebla, Hidalgo, Estado de México y llega a la capital del país.
Y es que para que se dé una idea, tan sólo en Puebla el robo de combustible de los ductos de Petróleos Mexicanos deja a los grupos criminales utilidades por mil 600 millones de pesos mensuales; muchos narcotraficantes ahora están trabajando en el negocio del huachicol.
Y miembros de estos cárteles han involucrado a la población, haciéndoles creer que si los ductos de Pemex pasan por su propiedad o pueblo éstos son propiedad de los pobladores.
El tema es mucho más complejo: se tiene que trabajar con la población y fortalecerla. Hacerle ver que este tipo de perforaciones y robo de combustible, además de ser un delito, es un riesgo enorme.
Y sí, se les tiene que permitir a las autoridades actuar con más firmeza, para eso está la fuerza del Estado.
De la gloria al infierno…
Videos en redes sociales muestran las horas previas al estallido en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde se aprecia a decenas de personas, incluidos niños, que buscan extraer el combustible que brota a chorros de un ducto ordeñado.
De acuerdo con lo relatado ayer por el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, desde las 14:30 horas del viernes la Sedena detectó la toma clandestina, y a las 15:45 horas ya se tenía una importante aglomeración. Y aunque el personal conminó a la población a retirarse para evitar un accidente, ésta no hizo caso al llamado. Indicó que a las 18:20 horas se suspendió el bombeo y a las 18:52 los vulcanos de la localidad recibieron el reporte de la explosión en la toma.
Ayer se realizaron los funerales de cuatro de las 85 víctimas mortales contabilizadas hasta ahora por esta tragedia. En la iglesia de San Francisco de Asis se realizó una misa de cuerpo presente en honor de César, Misael y Mario, mientras que en Teltipán, un municipio cercano, enterraron a otro hombre. Los cuerpos de la mayoría de las víctimas no han sido identificados debido al grado de incineración, por lo que fueron sometidos a pruebas de ADN.