Una violación impune
Son historias de abuso de poder contra menores de edad; hechos en los que se mezclan el poder del patriarcado con el dinero y el maltrato contra seres indefensos dentro de las propias familias, protegidos muchas veces por secretos que se guardan durante años y de los que nadie se atreve a hablar.
Los más afectados siempre son los menores de edad. Ésta es una de esas historias tristes y complejas.
Una chiquita, en ese entonces de tan solo cuatro años, vive el divorcio de sus padres. Sus abuelos, tanto el materno como el paterno, son hombres muy poderosos. La pelea es brutal, sobre todo cuando la madre descubre, según sus pruebas y testimonios, que su hija ha sufrido de abusos por parte del padre, Roberto “N”.
La madre de la joven, en septiembre del 2023, presentó una serie de denuncias en contra de su exmarido con un video en el cual la pequeña narraba los hechos.
Al poco tiempo la madre modificó la versión diciendo que, según los estudios psicológicos realizados a la menor, quizás el responsable podría ser el abuelo paterno.
Ante ello, el abogado del acusado presentó una imputación por falsedad en declaraciones.
Pero, lo cierto es que hasta ahora existen siete dictámenes que aseguran que quien abusó de la menor fue su propio padre, no su abuelo.
El padre de la niña rechazó las acusaciones diciendo que fue otro infante el que cometió el abuso.
Finalmente, se llegó a un acuerdo entre los padres de la pequeña, en el cual se estableció que el papá perdía la patria potestad de la niña hasta que ella fuera mayor de edad y la madre dejaría de promover las denuncias en contra de su exmarido. Ese convenio ignoraba que su hija había sido objeto de un delito, un delito que se cometió contra una criatura que sufrió los agravios por parte de su gente más cercana.
Es un tema que se tiene que investigar. Las denuncias ya se han presentado ante la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. Ellos tienen en el expediente los dictámenes psicológicos y los testimonios que integran la carpeta de investigación.
Lo que no se puede permitir es que se revictimice a la criatura y, por su parte, la Fiscalía de la Ciudad de México debe judicializar el caso.
El abuso sexual es un acto brutal de violencia y sometimiento, en el cual la víctima sufre traumas físicos y psicológicos durante años, incluso décadas después de sucedido.
Además, cada día es más común: miles de violaciones ocurren todos los días en todo el país. De acuerdo con el colectivo Alumbra, en México se cometen a diario 99 delitos sexuales, de los cuales 44 por ciento son de abuso sexual. Casi siempre se dan en el entorno cercano a la familia: un padrastro, un abuelo, un padre, un tío, un primo o un hermano.
Debido a la falta de denuncias y lo difícil que es judicializar un caso de abuso sexual a un menor de edad, sobre todo cuando el abusador es un adulto muy cercano a la familia, sólo uno de cada 100 casos es denunciado. Y luego, cuando se denuncia, es difícil que el victimario enfrente la justicia, sobre todo si tiene recursos económicos, como en el caso de la familia Henaine.
De acuerdo con cifras del Inegi, de cada mil casos de abuso, sólo se denuncian 100, de ésas, 10 llegan a juicio, y del total registrado, sólo se condena una, por lo que 99 por ciento de los casos queda impune.
Según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, la OCDE, México es el primer país del mundo en abuso sexual de niñas y niños. México ocupa el primer lugar además de en abuso sexual, en violencia física y homicidio en contra de menores de 14 años con 5.4 millones de casos por año.
La tasa de violación a menores es de mil 764 por cada 100 mil habitantes, de los cuales cinco mil de cada 100 mil sufren tocamientos. Se estima que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños en México son violados antes de cumplir la mayoría de edad.
Son estimaciones, porque es muy difícil y traumático que un menor reconozca que ha sufrido violencia sexual, y más si el victimario es una persona de su familia.
La única manera de disminuir la cantidad de abusos y violaciones que se dan todos los días en nuestro país es que los abusadores sepan que enfrentarán la justicia, que no se escaparán de los jueces, y que estos actos tan atroces no quedarán impunes.
Casos como los que describimos, donde hay acusaciones concretas y los agresores cuentan con abogados reconocidos y recursos para librar las acusaciones, son ejemplo para que muchos más sigan violando, sabiendo que nada les va a pasar.
La justicia les ha quedado a deber mucho a los niños de México. Es ahí donde se tiene que demostrar que, si alguien abusa de un menor, el acto no quedará impune. Hoy la norma es la impunidad.
La Fiscalía de la Ciudad de México, en este caso y muchos otros casos, tiene la facultad y la obligación de investigar y judicializar delitos, donde se han presentado las denuncias, más allá de acuerdos extralegales que no deberían significar impunidad. ¿Lo va a hacer?