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Vacunas contra las adicciones, inutilidad de la legalización

 

Para Guido Belsasso, mi papá, 
a un año de que te fuiste.

Hace un año nos decían que la fase experimental en roedores para encontrar una vacuna contra las adicciones tardaría entre cinco y 10 años, y que aún faltaba tiempo para que se comenzara a aplicar.

Pero la investigación ha avanzado en forma tan notable que en unos seis meses se podrían empezar a hacer pruebas en seres humanos.

La doctora María Elena Medina Mora, del Instituto Nacional de Psiquiatría y experta en el tema de las adicciones, me explica que se ha avanzado mucho con las vacunas contra la morfina y la heroína. Que ya se sintetizó la primera parte y que se está haciendo la evaluación de la toxicidad de la sustancia, para que pueda pasar a investigación en humanos. En los roedores ha funcionado de una manera muy eficiente y la vacuna no ha producido daños. El siguiente paso es la prueba en humanos.

Las llamadas vacunas no lo son en realidad. Se trata de bloqueadores de los centros de placer que activan las drogas, para bloquear también sus efectos. En otras palabras y simplificando el proceso: quien se administre ese producto y consuma una droga no sentirá absolutamente nada. Su consumo deja así de justificarse.

Si las drogas no causaran placer cuando son consumidas por primera vez, nadie las usaría, y eso es precisamente lo que se busca con las vacunas contra las adicciones. Se ha investigado durante años para lograr una que inhiba los efectos de placer de las drogas. Con las vacunas se intenta no sólo que se active el sistema inmunológico y se rechace la droga, sino también alterar la estructura molecular, para que los componentes de aquélla no penetren en los centros cerebrales, y así se eviten reacciones químicas como la que genera la dopamina, que son las que provocan placer con el consumo de cualquier droga.

Son muchos los avances que se han dado sobre todo en Estados Unidos y China. Los ensayos han sido ya exitosos en roedores, y la Universidad de Yale ha experimentado ya una eficacia de 38 por ciento en la generación de anticuerpos en los pacientes.

En México el grupo de especialistas del Instituto Nacional de Psiquiatría está teniendo también avances muy importantes.

Se han recibido apoyos económicos por parte del Instituto Nacional de Abuso de Drogas de Estados Unidos, pero no han sido suficientes.

Después de esta primera fase para encontrar la vacuna contra la morfina y la heroína, se empezará a trabajar en otras drogas como la cocaína y las sintéticas. Se requieren recursos, pero la realidad es que, para la magnitud del proyecto, no es tanto. Con un millón de dólares se podría hacer avanzar el proyecto para la cocaína y las metanfetaminas.

Las vacunas en este momento se están enfocando a un modelo para adicciones graves. En ese tipo de pacientes, que no ha tenido éxito con ningún otro tratamiento, se van a hacer las pruebas.

Hace exactamente un año, cuando falleció mi padre, quien era experto en el tema de las adicciones y fue uno de los principales precursores de este tipo de vacunas, les contaba que, desde que era niña, hace casi 30 años, en la sobremesa de la casa el tema de las adicciones era recurrente.

Mi padre desde ese entonces ya señalaba que el problema de las adicciones sería uno de los más serios que enfrentaría México, y no se equivocó. Durante años trabajó con muchos especialistas, entre ellos la doctora Medina Mora, para alcanzar su sueño: las llamadas vacunas contra las adicciones que disminuirían, decía, el número de adictos y anularían, en buena medida, tanto el tema del tráfico ilegal como el de la legalización o no de esos productos.

No logró ver concretado ese objetivo, que hoy está mucho más cerca de alcanzarse. Cuando ocurra, el tema del narcotráfico y el consumo de drogas deberá ser analizado desde otra perspectiva.

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