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Volar en México: alto riesgo

Les voy a contar una historia personal, pero estoy segura que muchos de ustedes se van a sentir identificados. Después de un fin de semana maravilloso en el puerto de Acapulco, decidimos regresar en avión porque la carretera estaba muy saturada.

 

Llegamos al aeropuerto y, como casi siempre ocurre con los vuelos de la tarde-noche, la gran mayoría estaban retrasados. Las aerolíneas argumentan que es por la saturación del aeropuerto de la CDMX, lo cual es verdad, y cada día será más complejo, sobre todo ahora que se canceló la obra del aeropuerto de Texcoco. Pero en demoras, sobre todo de tanto tiempo, la responsabilidad generalmente es de las aerolíneas.

El vuelo 408 de Aeromar de Acapulco con destino a la Ciudad de México, ayer tuvo un retraso de más de 4 horas. Con prácticamente ya las luces del aeropuerto apagadas sólo había un señor que aparecía de vez en cuando y nos decía que habían tenido un problema con el avión y que no nos podía garantizar el tiempo de la demora. Y ante la demora no se nos dio a los pasajeros pero ni un vaso de agua.

A pesar de que las nuevas disposiciones federales obligan a las aerolíneas a otorgar alimentos y descuentos a los pasajeros por retrasos de una a cuatro horas, así como a devolver el costo del billete en caso de que el pasajero decida volar otro día, además de pagar el hotel y transporte de los pasajeros afectados por cancelaciones.

Del 8 de noviembre de 2017 (fecha en que entró en vigor la ley) al 31 de julio de 2018, tan sólo en el AICM, la Profeco recibió mil 213 quejas contra aerolíneas y se asesoró a 13 mil 291 consumidores sobre sus derechos y obligaciones.

Casi siempre, el principal pretexto que utilizan las aerolíneas para justificar el retraso en sus vuelos son los supuestos problemas de saturación y operación del Aeropuerto de la Ciudad el México. Y es verdad, cada vez estará más saturado el aeropuerto y más ahora después de la pésima decisión de cancelar Texcoco, pero las aerolíneas también tienen responsabilidad.

Ante esta situación, la SCT y el AICM pusieron en marcha una campaña informativa donde señalaban que el 64% de las operaciones demoradas en el AICM en 2016, eran imputables a las líneas áreas; el 27%, a las condiciones climatológicas y sólo el 9% a problemas de infraestructura aeroportuaria.

De acuerdo con el Índice de Impuntualidad publicado por la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil, que recopila estadísticas de enero a diciembre de 2016, sólo el 83% de sus vuelos de Aeromar iniciaron a tiempo. Actualmente, esta cifra seguramente aumentó debido a los cientos de malas experiencias reportadas por los usuarios.

Unas de las principales quejas contra Aeromar son el robo de equipaje, pero esto no es reciente; basta con recordar la denuncia que hizo Eduardo Ávila, medallista de oro en los Juegos Paralímpicos de Río 2016.

Eduardo tomó el vuelo 467 de Aeromar para viajar de la Ciudad de México a Colima, para participar en una carrera atlética y ofrecer una plática. Al llegar se dio cuenta que sus cosas no estaban.

El judoca mexicano, con debilidad visual, señaló que le habían robado toda su ropa y artículos otorgados por sus patrocinadores, incluso sus medicamentos. En su lugar metieron ropa vieja y sucia a su equipaje.

Fue el mismo deportista mexicano, quien señaló que Aeromar se deslindó de toda responsabilidad y decidió no reembolsarle nada de lo perdido, y que lo único que le ofrecieron fue un viaje sencillo donde él tendría que pagar los impuestos.

Ya en 2013, Aeromar había estado en el ojo del huracán debido a que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, Conapred, inició una queja contra la aerolínea por discriminación hacia pasajeros con alguna discapacidad.

El presidente de la Conapred, Ricardo Bucio Mújica, denunció que Aeromar obligaba a los pasajeros con alguna discapacidad, a firmar un documento en donde debían asegurar que no padecían ninguna enfermedad contagiosa, para poder trasladarlos en sus aeronaves.

Pero los problemas para Aeromar también son a nivel interno; el año pasado, los sobrecargos de la aerolínea emplazaron a huelga debido a su contrato colectivo de trabajo.

La dirección de Aeromar les pidió ceder hasta 68% de su contrato a cambio de que un grupo de inversionistas le inyectara capital a la aerolínea.

Además, Aeromar quería disminuir los pagos por horas extras, limitar la jornada de vuelo diaria, la jornada de trabajo, así como eliminar los contratos permanentes para que sean contratos temporales por tres, seis o nueve meses.

También se les pidió que su jornada laboral sea de 14 días consecutivos sin descanso, que serían eliminados los bonos de productividad (ya pactados), la desaparición de prestaciones y la eliminación de la prima dominical, entre otros aspectos.

Sin embargo, la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) y Aeromar llegaron a un acuerdo en su revisión salarial y contractual, lo que conjuró la huelga y permitió a la aerolínea concretar la inversión millonaria por parte del grupo Synergy Aerospace.

Los problemas no terminaron, y este año también se emplazó a huelga. Hace un par de meses, a los pilotos de Aeromar no les quedó otra que firmar la revisión contractual para el periodo 2018-2019, aceptando un cero por ciento de incremento salarial para “rescatar” a la aerolínea de la “grave” situación financiera en la que se encuentra.

Synergy Group, controlador de Avianca, invirtió 100 millones de dólares en nueve aviones arrendados del fabricante ATR, para que Aeromar los opere, pero la llegada de este capital no se ha concretado, debido a que la aerolínea mexicana debe modificar sus contratos colectivos de trabajo.

Hay que recordar que en nuestro país, más de 36 millones de mexicanos utilizan un avión anualmente. No puede ser que se desprecie a los usuarios de esa manera. Con la pésima infraestructura aeroportuaria que tenemos en la Ciudad de México y el pésimo servicio que ofrecen muchas líneas aéreas. Parece que nos hicieran un favor a los pasajeros, cuando en realidad y, además, las tarifas son cada vez más altas.

Los abusos y la ley

El judoca mexicano, Eduardo Ávila (primera foto), quien ganó medalla de oro en los Juegos Paralímpicos de Río 2016, en Brasil, denunció que le robaron la presea en un vuelo de la aerolínea Aeromar cuando viajaba de Colima a la capital mexicana; además, los artículos que portaba en su maleta y que le fueron obsequiados por las empresas que lo patrocinan, fueron sustituidos con ropa vieja y sucia.

De acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el número de reclamos de equipaje contra esta aerolínea creció 180 por ciento de enero a diciembre de 2017, al pasar de 20 a 56 quejas. Sin embargo, en abril de ese año alcanzó un pico de 70 casos.

El pasado 17 de octubre, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) declaró válidas las obligaciones que establece la Ley de Aviación Civil respecto a los derechos del pasajero frente a acciones de aerolíneas que lo perjudiquen. En términos generales, señalaron que son válidas las normas que establecen un mínimo de compensaciones y/o indemnizaciones que las aerolíneas deben pagar a los pasajeros cuando incurran en demoras o cancelaciones de vuelos. Asimismo, las compañías deben transportar de manera gratuita a menores de dos años de edad acompañados de un adulto.

 

La resolución de la Suprema Corte también obliga a las aerolíneas permitir que los pasajeros cancelen sus vuelos dentro de las 24 horas siguientes a la compra devolviéndoles en su caso el costo total del boleto (segunda foto).