
¿Y los gasolinazos?
Desde hace años, los lemas de campaña son que “no habrá más gasolinazos”, es decir, incrementos a la gasolina, porque éstos afectan la economía de las familias mexicanas, no sólo por el impacto directo a los bolsillos, sino por la inflación que se da, porque todos los productos que se tienen que transportar suben de precio.
A partir de este 1 de marzo, la gasolina Magna o verde no podrá superar los 24 pesos por litro, esto luego del acuerdo alcanzado entre la Presidenta Claudia Sheinbaum y los empresarios del sector, denominado como Política Nacional para Promover la Estabilización del Precio de la Gasolina en Beneficio del Pueblo de México.
La medida tiene como finalidad frenar los llamados “gasolinazos”. Estará vigente durante los próximos seis meses y al término de este periodo se evaluará si continúa, se modifica o se detiene. No es una medida definitiva, y tampoco el Gobierno asume los costos, porque no disminuye los impuestos.
Los estímulos fiscales se aplican a través del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), un impuesto que afecta el precio de los combustibles y que en este nuevo acuerdo será reducido porque, para la gasolina Magna, de la semana del 1 al 7 de marzo, la Secretaría de Hacienda hará un descuento de 7.15 por ciento a la cuota por IEPS, la mitad del subsidio otorgado para la semana que terminó, que fue de 14.04 por ciento.
La realidad es que cada semana Hacienda publica en el Diario Oficial de la Federación (DOF) las cuotas a los combustibles para la semana que empieza a contar del siguiente sábado.
Se ajusta de acuerdo con los precios internacionales del petróleo. Si éstos suben, Hacienda otorga mayores descuentos o subsidios a las cuotas del IEPS, para que los precios en estaciones no se vean presionados al alza.
Pero hay que tomar en cuenta que la gasolina en México es mucho más cara que, por ejemplo, en Estados Unidos. Los “gasolinazos” no se van a frenar por un acuerdo.
Son muchos los factores que van desde los precios internacionales del petróleo, y es que México importa una parte significativa de su gasolina, y los costos de los combustibles están muy influenciados por las fluctuaciones en el valor del petróleo, en los mercados internacionales. Si los precios globales del crudo aumentan, las tarifas de importación de gasolina también suben, lo que provoca un incremento en los precios internos.
PACTO POR LA ECONOMÍA
El pasado jueves, la Presidenta Claudia Sheinbaum y empresarios del sector firmaron en Palacio Nacional un pacto para evitar el incremento del combustible.
El pasado jueves, la Presidenta Claudia Sheinbaum y empresarios del sector firmaron en Palacio Nacional un pacto para evitar el incremento del combustible. ı Foto: Especial
Y habrá que ver en los próximos días qué sucede con los aranceles con los que amenaza Donald Trump; éstos, sin duda, también podrían afectar la tarifa del petróleo y la gasolina refinada.
También está la política de liberalización del mercado. Desde 2017, el Gobierno de México implementó una política de liberalización de los precios de los combustibles, lo que significa que éstos ya no son establecidos de manera fija por la administración, sino que se ajustan de acuerdo con las condiciones del mercado. Esto implica que los precios pueden variar, dependiendo de la oferta y la demanda de los productos.
Otro factor es el tipo de cambio: el valor del peso mexicano frente al dólar estadounidense también juega un papel importante. Dado que muchos de los combustibles se compran en dólares, una depreciación del peso frente al dólar puede generar un aumento en los costos de las gasolinas, incluso si los precios internacionales del crudo no cambian.
Y están los costos de distribución, que están asociados con la distribución, almacenamiento y venta de gasolina, que también influyen en los precios. Si hay problemas en la infraestructura de distribución o si se generan cuellos de botella, pueden aumentar.
Hay otro tema importante, que es la venta de gasolina-huachicol, es decir, la que se roban de los ductos y que se vende también a las gasolineras. A esto hay que agregar que, en muchos puntos del país, los dueños de las gasolineras están siendo amenazados por grupos criminales para cobrar piso y que vedan gasolina producto del huachicol.
Hay denuncias formales, pero muy pocas a la magnitud de la extorsión, por las amenazas de sufrir represalias si se hacen las denuncias.
Por lo pronto, esta medida para controlar el valor de la gasolina sólo será un pequeño respiro; en estos próximos 6 meses no se ha hecho una planeación de fondo y hacia futuro.
Estos controles no aplicarán para los otros tipos de combustible, como el diésel utilizado por los camiones que transportan cargamentos de alimentos y bebidas o que también transportan pasajeros; tampoco aplicará para la gasolina Premium o roja, como es conocida.
Y tampoco beneficiará a las ciudades en estados fronterizos, como Tijuana y Mexicali, en Baja California; Ciudad Juárez, en Chihuahua; Nuevo Laredo, Reynosa y Matamoros, en Tamaulipas, así como Nogales, en Sonora.
Esto se debe a que estas ciudades fronterizas ya cuentan con estímulos fiscales para reducir el precio de la gasolina, que son parte de una estrategia del Gobierno mexicano para evitar que los consumidores de estas regiones se vean obligados a comprar combustible en Estados Unidos, donde los precios suelen ser más bajos.
Y este acuerdo se da en un contexto donde ha habido en estos meses varios incrementos notables en las gasolinas. En este 2025, la gasolina alcanzó precios históricos; tan sólo el 14 de enero el litro de Magna se vendió en 24 pesos con 28 centavos, cuando en agosto del año pasado se vendía en 24 pesos con 11 centavos.
Urge hacer una estrategia de fondo, acabar con el huachicol, controlar las extorsiones a las gasolineras y garantizar el costo de la gasolina, para que, pasando estos meses de tregua, la gasolina no suba desmedidamente.